Coyuntura

De la Cancha a la Libertad Financiera: El Camino de Luis Alfonso Chango hacia la Riqueza con Propósito

En un mundo donde el éxito financiero parece reservado para unos pocos, la historia de Luis Alfonso Chango demuestra que es posible construir riqueza desde cero. Desde sus humildes orígenes hasta convertirse en un referente empresarial y deportivo en Ecuador, Chango no solo ha forjado un patrimonio multimillonario, sino que también ha sembrado un modelo inspirador de disciplina, propósito y compromiso con la comunidad.

Hoy, como presidente vitalicio del club de fútbol Mushuc Runa y líder de una reconocida cooperativa de ahorro, comparte tres principios clave que no solo han definido su vida, sino que pueden servir como brújula para quienes buscan transformar su realidad económica.

Chango tiene una visión distinta sobre el consumo: gastar menos no es sinónimo de privación, sino una elección consciente. Para él, cada gasto debe responder a una pregunta simple: ¿es realmente necesario?

Gastar menos no es sacrificio, es una elección estratégica para crear futuro.

El empresario insiste en que muchos de los problemas financieros comienzan con pequeñas decisiones diarias: cafés comprados por impulso, suscripciones digitales no utilizadas, o el deseo de aparentar un nivel de vida que no se puede sostener. En cambio, propone vivir con intención y usar el dinero como herramienta, no como reflejo de estatus.

Ejemplo práctico: elaborar un presupuesto mensual dividido en tres niveles: necesidades básicas, deseos razonables y lujos prescindibles. Al reducir esta última categoría, se puede redirigir ese capital a ahorro o formación personal.

Lejos de las aulas universitarias, Chango adquirió sus primeros conocimientos financieros observando a su familia. Con el tiempo, comprendió que la educación económica no debía ser un privilegio, sino una herramienta accesible a todos.

La educación financiera no es un lujo, es una herramienta para romper la pobreza.

Hoy, impulsa programas de capacitación en zonas rurales y urbanas a través de su cooperativa, convencido de que comprender cómo funciona el dinero —desde el manejo de deudas hasta las decisiones de inversión— es esencial para romper ciclos de pobreza.

Consejo útil: dedicar solo una hora por semana a aprender sobre finanzas personales puede marcar una diferencia sustancial. Hay múltiples recursos gratuitos —libros, podcasts, canales de YouTube— que explican desde lo básico hasta conceptos más complejos de forma sencilla y aplicable.

“No basta con ahorrar, hay que multiplicar”, es una de las frases que Chango repite con convicción. Pero a diferencia de los modelos tradicionales centrados solo en la rentabilidad, él promueve una visión de inversión que también beneficie al entorno.

Sus apuestas financieras se enfocaron en lo que conocía: su gente, su cultura y sus pasiones. De ahí nacieron proyectos como Mushuc Runa, un club que no solo compite en la élite del fútbol ecuatoriano, sino que también representa con orgullo a las comunidades indígenas. Su estadio fue construido sin permisos ni financiamiento externo, con esfuerzo colectivo y visión a largo plazo.

Recomendación: empezar con inversiones pequeñas pero conscientes, como un negocio propio, bienes raíces en arriendo o fondos de inversión comunitarios. Lo esencial es contar con un plan, evaluar los riesgos y priorizar el impacto a mediano y largo plazo.

No basta con ahorrar, hay que invertir en lo que tiene propósito y sentido para tu comunidad.

Lo que distingue a Luis Alfonso Chango no es solo la cifra de su patrimonio —más de 15 millones de dólares—, sino la forma en que lo ha construido: con valores sólidos, esfuerzo continuo y una profunda conexión con su comunidad.

Su historia es una invitación a mirar las finanzas personales no como una meta aislada, sino como parte de un proyecto de vida. Porque, como él mismo afirma, “todo es posible”. Pero ese “todo” no llega por azar, sino por decisiones intencionales, paciencia y la voluntad de aprender constantemente.

El camino de Chango enseña que la riqueza no se trata únicamente de acumular bienes, sino de tener claridad sobre cómo, por qué y para qué se usa el dinero. Cualquier persona —sin importar su origen o nivel de ingresos— puede adoptar los tres pilares de su filosofía: gastar con inteligencia, educarse financieramente e invertir con propósito.

En un entorno donde las finanzas personales suelen parecer un territorio complejo o inaccesible, historias como la suya muestran que, con visión y compromiso, es posible cambiar el juego. Y, quizás, hasta construir un legado que trascienda generaciones.

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