Gestión del Talento Humano

Chief Value Officer como el nuevo arquitecto del valor empresarial

Durante décadas, el Chief Financial Officer (CFO) fue sinónimo de control de costos, precisión contable y cumplimiento normativo. Sin embargo, la dinámica empresarial actual está desplazando ese paradigma hacia un liderazgo más integral: el Chief Value Officer (CVO) o Director de Valor. Esta figura no se limita a custodiar los números, sino que dirige una estrategia que combina rentabilidad con sostenibilidad, reputación y propósito corporativo.

Ya no se trata solo de gestionar recursos financieros, sino de orquestar valor económico, social, ambiental y reputacional de forma integrada.

La transformación no es una moda pasajera, sino que responde a la presión de inversores, reguladores y comunidades que exigen transparencia, impacto positivo y visión a largo plazo.


El cambio de CFO a CVO está impulsado por tres grandes fuerzas:

  • Inversiones responsables y criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza), que ya influyen en la decisión de grandes fondos y mercados bursátiles.
  • Presiones regulatorias sobre sostenibilidad, que obligan a reportar no solo resultados financieros, sino también el impacto social y ambiental.
  • Expectativas crecientes de los stakeholders, que valoran la ética empresarial y la generación de confianza tanto como la rentabilidad.

Un estudio de BDO y la Association of Chartered Certified Accountants (ACCA) confirma que gran parte de los CFO ya están asumiendo funciones de CVO, integrando métricas no financieras en la toma de decisiones. Esto implica medir desde la huella de carbono hasta el compromiso del talento humano, pasando por la calidad de las relaciones con comunidades y clientes.


El CVO no actúa únicamente desde el análisis financiero; al contrario, su liderazgo abarca:

  • Diseñar estrategias sostenibles que equilibren crecimiento económico y responsabilidad ambiental.
  • Gestionar el capital humano como activo clave de innovación y reputación.
  • Proteger el valor corporativo frente a riesgos regulatorios, sociales o reputacionales.
  • Comunicar con transparencia a inversionistas, juntas directivas y sociedad civil.

Por ejemplo, en una empresa de manufactura, un CVO podría liderar la transición hacia energías limpias, coordinar certificaciones internacionales de sostenibilidad y asegurar que la cadena de suministro cumpla con estándares éticos, todo mientras mantiene la rentabilidad operativa.


Ignorar esta transición tiene consecuencias. Si el CFO no amplía su rol, otras áreas como sostenibilidad o comunicaciones podrían asumir la gestión del valor, diluyendo el papel estratégico de las finanzas. Además, las empresas que no integren métricas no financieras podrían perder atractivo ante inversores y clientes conscientes.

El CVO asume un rol transversal que exige habilidades analíticas, conocimiento normativo, sensibilidad social y capacidad para gestionar información no financiera.

En este nuevo contexto, los indicadores clave de éxito no se limitan a utilidades. La resiliencia tecnológica, el impacto ambiental y la responsabilidad social son ahora parte esencial del tablero de control corporativo.


El surgimiento del CVO marca un rediseño profundo en el liderazgo corporativo. Las compañías que adopten esta visión no solo estarán mejor preparadas para responder a la incertidumbre económica o a la crisis climática, sino que también podrán construir un valor más sólido y duradero.

Para los líderes financieros, esta es una oportunidad única: pasar de guardianes de los números a arquitectos del valor total de la organización. Quienes logren esa transición tendrán un papel protagónico en el futuro de los negocios, donde la rentabilidad y la responsabilidad avanzan de la mano.

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