Coyuntura

El oro se consolida como refugio y desafío comercial en Bolivia ante precios históricos

El oro, históricamente considerado un símbolo de riqueza y patrimonio familiar, se ha convertido en un refugio económico clave para los bolivianos en medio de la actual crisis financiera que atraviesa el país. La demanda de joyas, especialmente los tradicionales anillos de graduación, refleja cómo las familias buscan proteger su capital ante la volatilidad del mercado y la depreciación del poder adquisitivo local.

Según un sondeo realizado en el mercado de joyerías de Los Pozos, el precio del gramo de oro de 14 kilates en joyas trabajadas ronda los Bs 1.400, mientras que el de 18 kilates llega a Bs 1.600 y el de 22 kilates a Bs 2.200. Estas cifras representan un incremento de más del 60% respecto al año pasado, cuando un gramo de oro de 18 kilates costaba aproximadamente Bs 1.000. Este aumento se alinea con la cotización internacional de la onza troy, que el lunes pasado se ubicó en $us 3.680, la más alta en la última década, motivada por la caída del dólar y la búsqueda global de activos seguros.

Muchos bolivianos compran oro como refugio, en joyas o en metal bruto, para proteger su patrimonio.

Los comerciantes locales señalan que la crisis económica ha reducido el consumo: mientras antes se adquirían anillos de cinco o seis gramos, ahora los más vendidos no superan los dos gramos y, frecuentemente, de 10 kilates. Incluso las tradicionales cadenas y collares que los turistas solían comprar ahora son reemplazadas por piezas de oro bañado o de fantasía. La utilidad promedio de las joyerías ha caído drásticamente, pasando de 3.000 dólares mensuales antes de 2020 a alrededor de 30.000 bolivianos actuales.

Expertos como Héctor Córdova, de la Fundación Jubileo, explican que la inversión en oro no solo responde a un valor simbólico o de herencia, sino también a un comportamiento estratégico frente a la crisis y la debilidad del dólar. “Muchos bolivianos compran oro como refugio, en joyas o en metal bruto. Quien adquirió oro a $us 1.800 la onza ahora lo ve duplicado sin hacer esfuerzo alguno”, afirma. Sin embargo, advierte sobre los riesgos del mercado informal: gran parte del oro comercializado por cooperativas mineras no cumple con regulaciones, y los pagos muchas veces se realizan fuera del control estatal, lo que encarece el precio para los consumidores.

La regalía vigente en Bolivia del 1,5% sobre la venta de oro es significativamente más baja que en países vecinos, incentivando que las cooperativas y comerciantes ajusten sus precios al alza para compensar la informalidad y el riesgo. Esto se traduce en costos elevados para los consumidores: un anillo de graduación hoy puede superar Bs 15.000 o 20.000, cifra que para muchos bolivianos resulta inalcanzable.

El oro continúa siendo un activo estratégico frente a la depreciación y la crisis económica

La situación también impacta a la producción nacional. De acuerdo con el INE y el IBCE, entre 2000 y 2025 Bolivia exportó 596.841 kilos de oro por $us 19.205 millones. No obstante, la producción local ha caído en los últimos años, con 21 toneladas reportadas en 2024, frente a 54 toneladas en 2022, debido a la informalidad y a la disminución de extracciones legales supervisadas. Esta caída, sumada a la alta demanda interna, refuerza la percepción del oro como activo de refugio y seguro ante la crisis económica y la depreciación monetaria.

Históricamente, la tradición de acumular oro como patrimonio se remonta a épocas preincaicas y coloniales, consolidándose como un bien de herencia familiar. La práctica de “las joyas de la abuelita” sigue vigente: las familias recurren al oro para resguardar valor ante emergencias económicas o necesidades inmediatas, reforzando su relevancia tanto cultural como financiera.

En este contexto, especialistas coinciden en que el oro continuará siendo un activo estratégico para bolivianos, inversores y familias, especialmente mientras persistan los desafíos económicos internos y la incertidumbre en los mercados internacionales. Su papel como refugio de valor convierte al metal precioso en un elemento clave para proteger el patrimonio y asegurar estabilidad financiera en tiempos de crisis.

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