MANAGEMENT EMPRESARIAL

A boca cerrada, no entra mosca…

Gary Antonio Rodríguez Álvarez

Economista y Magíster en Comercio Internacional

En economía los números cuentan, pero las palabras también tienen poder. Cuando se emite un criterio público en este ámbito, la prudencia es clave. Un pronóstico duro, aunque sea verdadero, puede afectar la confianza de la gente y acelerar los problemas que se intentan solucionar.

Cuando los mensajes son alarmistas, por intereses políticos o afán de figuración, generan desconfianza. El resultado puede ser el contrario al esperado.

La salud es un buen ejemplo. Imagine a un paciente en tratamiento. Si quienes lo rodean repiten frases como “podría morir pronto” o “el medicamento no funciona”, ¿qué pasará si el paciente se entera? Su ansiedad aumentará, bajarán sus defensas y su recuperación tardará. Incluso, podría morir.

Lo mismo sucede con la economía. Las políticas de ajuste pueden fracasar si se difunden mensajes catastróficos que debilitan la confianza.

“Un pronóstico funesto puede desencadenar la crisis que se buscaba evitar.”

Otro ejemplo es una familia con problemas financieros manejables. Si vecinos y parientes insisten en que todo está mal y no hay remedio, el miedo puede llevar a decisiones equivocadas. Venden pertenencias a cualquier precio, se endeudan más y cancelan inversiones que habrían asegurado estabilidad. El colapso, que pudo evitarse, se vuelve real por efecto del pesimismo.

En 1968, los psicólogos Robert Rosenthal y Lenore Jacobson demostraron el “Efecto Pigmalión”. Si un estudiante es considerado capaz, mejora su rendimiento. Si se lo etiqueta como incapaz, su desempeño cae.

En economía ocurre lo mismo. Si la gente cree que habrá una devaluación, corre a comprar dólares y provoca la escasez. Si teme que los precios se disparen, acapara productos y la inflación empeora.

También sucede con el placebo y el nocebo. Una píldora puede sanar si el paciente cree en ella, aunque sea un engaño. La misma píldora puede enfermar si se le dice que hará daño. Así pasa con la economía: un anuncio equilibrado calma las expectativas, pero un pronóstico pesimista puede desatar una crisis de confianza.

“La psicología pesa en la economía tanto como los números.”

El Premio Nobel de Economía, Gary Becker, en su obra “El enfoque económico del comportamiento humano», publicada en 1976, evidenció que el comportamiento de la economía no se podía explicar pasando por alto las emociones, percepciones y prejuicios que influyen en la toma de decisiones de las personas. El economista británico John Maynard Keynes, muchos años antes, explicó en su “Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero”, que la economía depende de las emociones e impulsos de los “animal spirits”, que traducido sería “espíritus animales”, refiriéndose al instinto natural de los agentes económicos -consumidores, empresarios, etc.- que los lleva a la confianza o al temor, por lo que, si prima lo segundo, ninguna política funciona. La psicología pesa en la economía.
En verdad, la economía no puede explicarse solo a partir de modelos matemáticos, porque al no ser una ciencia exacta, debe considerar el imprevisible comportamiento humano en lo que hace a percepciones, emociones y hasta prejuicios, todo lo cual influye en la eficacia de las políticas públicas, y sus consecuencias repercuten sobre la sociedad.

¿Acaso cuando la gente pasa de las expectativas “racionales” (basadas en una amplia información) a las expectativas “adaptativas” (para proyectar el futuro mirando al pasado), no sobrerreacciona frenéticamente, por ejemplo, frente a la inflación y, temiendo que se produzca una mayor subida de precios, no compra en demasía y, producto de este comportamiento generalizado, el problema empeora?

En verdad, la economía no puede explicarse solo a partir de modelos matemáticos, porque al no ser una ciencia exacta, debe considerar el imprevisible comportamiento humano en lo que hace a percepciones, emociones y hasta prejuicios, todo lo cual influye en la eficacia de las políticas públicas, y sus consecuencias repercuten sobre la sociedad.

“Si prima el temor, ninguna política económica funciona.”

La opinión pública es un derecho humano, sin duda, pero se lo debe ejercer con responsabilidad, ya que los conceptos vertidos pesan sobre la conducta de las familias, empresas y mercados. La prudencia y el rigor técnico no deben ser reemplazados por la búsqueda de protagonismo o apariciones en prensa, mucho más, porque si lo anunciado no se da, puede llevar al descrédito de quien lo dijo.
Para finalizar, esta sentencia de Salomón: “Las moscas muertas hacen heder y dar mal olor al perfume del perfumista; así una pequeña locura, al que es estimado como sabio”; y el adagio popular: “A boca cerrada, no entra mosca”…

Para finalizar, esta sentencia de Salomón: “Las moscas muertas hacen heder y dar mal olor al perfume del perfumista; así una pequeña locura, al que es estimado como sabio”; y el adagio popular: “A boca cerrada, no entra mosca”…