Latinoamérica acelera su crecimiento en 2025, pero Bolivia enfrenta un freno estructural según la Cepal

La economía latinoamericana muestra señales de leve recuperación en 2025, impulsada por un entorno internacional menos adverso y un repunte en las proyecciones de comercio global. Sin embargo, Bolivia continúa rezagada, con una tasa de crecimiento estimada de apenas 1 %, de acuerdo con el más reciente informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
Un contexto regional de mejora moderada
Según el organismo de Naciones Unidas, la región alcanzará un crecimiento promedio del 2,4 %, dos décimas por encima de la proyección anterior publicada en abril. Esta mejora responde a la estabilización de las condiciones externas y a una ligera recuperación en los principales socios comerciales de América Latina.
Aun así, la Cepal advierte que el impulso externo se ha debilitado y que el ritmo de crecimiento sigue siendo bajo en comparación con décadas anteriores. La región enfrenta un entorno global incierto, marcado por la moderación del comercio internacional y la persistencia de brechas estructurales en productividad, inversión e innovación.
“Bolivia enfrenta una trampa de baja capacidad para crecer, marcada por su dependencia de sectores primarios.”
Entre los países con mejor desempeño económico destacan Venezuela (6 %), Paraguay (4,5 %) y Argentina (4,3 %), seguidos por Panamá (4,1 %) y Costa Rica (3,8 %). Estos resultados reflejan políticas activas de reactivación económica, diversificación productiva y estímulo a las exportaciones.
Bolivia: entre la estabilidad y la desaceleración
En contraste con el panorama regional, Bolivia se ubica entre las economías de menor expansión, con un crecimiento proyectado del 1 %, solo por encima de México (0,6 %) y de los países en recesión como Cuba (-1,5 %) y Haití (-2,3 %).
La Cepal considera que el país enfrenta una “trampa de baja capacidad para crecer”, caracterizada por la dependencia de sectores primarios, limitadas inversiones en productividad y una lenta adopción de innovación tecnológica. A esto se suma un entorno externo que ya no ofrece los precios favorables de materias primas que beneficiaron a la región en décadas pasadas.

A pesar de las cifras modestas, el organismo resalta que Bolivia mantiene estabilidad macroeconómica y un mercado interno que continúa siendo un sostén para la actividad comercial y el consumo interno. Sin embargo, el reto radica en acelerar una transformación productiva sostenible, que permita generar valor agregado, empleo formal y mayor competitividad.
La transformación productiva como clave del futuro
La Cepal insiste en que la región necesita avanzar hacia una nueva estructura productiva, basada en la diversificación económica, la digitalización y la sostenibilidad ambiental. Solo así será posible romper con el patrón de bajo crecimiento que ha caracterizado al continente durante la última década.
En esa línea, el informe plantea la necesidad de políticas industriales modernas, alianzas público-privadas y estrategias de innovación que fomenten la productividad y reduzcan la desigualdad, un rasgo estructural que limita el desarrollo en América Latina.
“La Cepal urge a acelerar una transformación productiva sostenible para romper con el patrón de bajo crecimiento.”
Si bien la proyección para 2026 mantiene una expectativa similar —un crecimiento regional del 2,3 %—, la Cepal advierte que el futuro económico dependerá de la capacidad de cada país para adaptarse a los nuevos motores del crecimiento, entre ellos la economía verde, la digitalización y la inversión en conocimiento.
El informe de la Cepal vuelve a poner sobre la mesa un debate crucial: la estabilidad no es suficiente sin transformación. Bolivia, pese a conservar un entorno macroeconómico controlado, necesita fortalecer su productividad, diversificar sus fuentes de crecimiento y apostar por una economía más innovadora y sostenible.
En un continente donde algunas naciones ya avanzan hacia modelos más dinámicos, el reto para el país es evitar que su crecimiento estructural se estanque. El camino hacia un desarrollo equilibrado dependerá, más que nunca, de su capacidad para convertir estabilidad en progreso real.
