Gestión del Talento HumanoMANAGEMENT EMPRESARIAL

Puma redefine su estrategia global entre la presión del mercado y los despidos masivos

Puma, una de las marcas deportivas más reconocidas a nivel mundial, atraviesa una etapa de transformación estructural marcada por una compleja mezcla de desafíos económicos y redefinición estratégica. La compañía ha anunciado la eliminación de 900 puestos laborales en su estructura global, como parte de un ambicioso plan que busca reorientar su modelo de negocio hacia segmentos donde históricamente ha tenido mayor fortaleza: el running y el fútbol.

Este ajuste, que se ejecutará de forma progresiva hasta finales de 2026, se suma a los 500 recortes implementados previamente durante el año, consolidando un proceso de reorganización que responde tanto a presiones externas como a la necesidad de fortalecer la identidad competitiva de la marca.

El contexto que enfrenta Puma no es aislado. La industria deportiva vive una etapa de alta competencia y rápida evolución. Marcas consolidadas como Nike y Adidas siguen dominando el mercado global, mientras nuevos actores, especialmente los enfocados en sostenibilidad o diseño urbano, logran captar la atención de los consumidores más jóvenes. En este escenario, la innovación tecnológica y la conexión cultural se han convertido en factores tan determinantes como la calidad o el rendimiento del producto.

De acuerdo con reportes financieros recientes, Puma registró ingresos de 1,960 millones de euros en el tercer trimestre de 2025, una cifra ligeramente inferior a las previsiones de analistas y un 10.4% menos que el mismo periodo del año anterior. Más allá de las cifras, este descenso refleja la urgencia de adaptar la estrategia a un entorno donde los márgenes tradicionales de rentabilidad ya no garantizan sostenibilidad.

“Puma recortará 900 puestos hasta 2026 como parte de una reestructuración global para recuperar competitividad.”

Ante este panorama, la marca está apostando por redefinir su narrativa de marketing. En lugar de depender únicamente de embajadores deportivos o campañas convencionales, Puma busca integrar historias centradas en la innovación, el rendimiento y el estilo de vida, fortaleciendo su presencia digital y su interacción con comunidades activas en redes sociales. Esta transición responde al reconocimiento de que el valor de una marca ya no se mide solo en ventas, sino en su relevancia cultural y su capacidad de generar conversación.

Por otro lado, el ajuste de personal no debe leerse únicamente como un signo de crisis, sino como parte de un reposicionamiento estratégico global. Al igual que corporaciones como Amazon, que han reducido su fuerza laboral para optimizar recursos frente a la inflación y los cambios de consumo, Puma está adoptando una postura de disciplina financiera combinada con inversión inteligente. Esto implica priorizar áreas con mayor potencial de crecimiento, reestructurar divisiones con bajo rendimiento y apostar por la innovación en diseño y experiencia del cliente.

El reto que enfrenta Puma es doble: recuperar estabilidad financiera sin perder su identidad como marca icónica, y al mismo tiempo, reconectar con las nuevas generaciones de consumidores que valoran autenticidad, propósito y adaptabilidad. Su meta declarada —volver a crecer para 2027 y consolidarse entre las tres principales marcas deportivas del mundo— dependerá de su capacidad para traducir los despidos y ajustes actuales en un verdadero relanzamiento estratégico.

Más allá de los números, el caso de Puma simboliza el dilema de muchas compañías globales: equilibrar la eficiencia económica con la reinvención creativa en un entorno donde la velocidad del cambio es el nuevo campo de competencia.