Educación

La economía creativa: una ruta sostenible para el futuro económico de Bolivia

Bolivia atraviesa un momento decisivo en su historia productiva. La necesidad de superar la dependencia del extractivismo se ha convertido en un desafío impostergable, especialmente en un contexto mundial donde la innovación, la cultura y el talento humano emergen como motores económicos clave. En este escenario, la economía creativa surge como una alternativa sostenible capaz de generar empleo, fortalecer la identidad cultural e impulsar un crecimiento inclusivo.

Durante el III Foro Internacional de Economía Creativa de Unifranz, especialistas del área académica, cultural y empresarial coincidieron en que el país posee un potencial creativo excepcional, pero requiere mayor articulación, inversión estratégica y políticas públicas consistentes para maximizarlo.

“La economía creativa puede generar empleo, fortalecer la identidad y construir un desarrollo inclusivo.”

Mónica Pacheco, desde el Centro de Innovación y Transformación Digital en Turismo, enfatizó que las herramientas digitales no son simples plataformas de difusión, sino instrumentos capaces de transformar procesos, decisiones y oportunidades. En su criterio, el turismo creativo podría convertirse en uno de los sectores más prometedores del país, siempre que se gestione de forma ética, evitando prácticas que excluyan a las comunidades locales. Su planteamiento destaca la importancia de integrar a los habitantes en la gestión del patrimonio natural y cultural para asegurar un crecimiento sostenible.

Complementando esta visión, Rolando López, vicerrector de Unifranz Cochabamba, subrayó que la academia tiene una responsabilidad más amplia que la producción de conocimiento. Según explicó, las universidades deben convertirse en espacios activos de creación, capaces de impulsar proyectos, conectar actores y generar infraestructura para la innovación.

Puso como ejemplo iniciativas como el Puente de la Luz o el Paseo de la Diversidad, proyectos que buscan materializar entornos que inspiren y activen la economía creativa. Además, resaltó un dato revelador: casi el 60 % del sector creativo en Bolivia está liderado por mujeres, evidencia del potencial femenino y de la necesidad de fortalecer sus competencias para acceder a financiamiento y puestos de liderazgo.

La sostenibilidad de los centros culturales fue analizada por Luis Daniel Iturralde, creador del Teatro Nuna. Desde su experiencia, mantener un espacio independiente requiere una estructura financiera diversificada. Señaló tres pilares fundamentales: ingresos estables por alquiler de espacios, ganancias variables por servicios complementarios —como gastronomía— y la producción de eventos propios, que a pesar de los riesgos, pueden generar retornos significativos. Su enfoque ilustra cómo la creatividad puede coexistir con la sostenibilidad económica sin comprometer la calidad artística.

Finalmente, Andrés Zaratti ofreció una mirada más integral sobre el valor de la cultura. Propuso entenderla como una inversión clave para el bienestar social, no solo como entretenimiento. Destacó que la diversidad cultural boliviana —frecuentemente mencionada, pero poco explorada— representa una ventaja competitiva única que puede impulsar productos culturales innovadores y auténticos.

“Casi el 60% del sector creativo en Bolivia está liderado por mujeres, un motor que aún debe potenciarse.”

Para Zaratti, todo proyecto cultural exitoso debe partir del reconocimiento de la identidad, integrando elementos locales con propuestas transformadoras que generen valor económico y simbólico.

El análisis presentado en el foro coincide en un punto: la economía creativa no es un sector accesorio, sino un pilar estratégico para diversificar la economía boliviana. El país cuenta con talento, tradición cultural y una creatividad vibrante, pero necesita políticas públicas coherentes, espacios de formación, financiamiento accesible y una articulación más sólida entre el Estado, la academia, el sector privado y las comunidades.

La creatividad —como expresaron los panelistas— no solo impulsa proyectos culturales, sino que mejora la calidad de vida, fortalece la identidad y abre oportunidades económicas reales. Si Bolivia asume este enfoque con visión a largo plazo, la economía creativa puede convertirse en uno de sus motores más sólidos hacia un desarrollo sostenible, inclusivo y competitivo en el contexto global.

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