Gestión del Talento Humano

La paradoja del CEO: crecer en medio de la turbulencia geopolítica sin sacrificar la resiliencia

En un escenario global marcado por tensiones geopolíticas, conflictos híbridos y un uso cada vez más sofisticado de la inteligencia artificial con fines maliciosos, los directores ejecutivos enfrentan una paradoja compleja: impulsar el crecimiento mientras garantizan la resiliencia del negocio. De acuerdo con Palo Alto Networks, este dilema ya no puede resolverse con enfoques tradicionales ni con inversiones fragmentadas en tecnología, sino a través de la plataformización y una colaboración radical entre áreas, industrias e incluso países.

El punto de partida es reconocer que crecimiento y resiliencia dejaron de ser objetivos opuestos. Hoy, ninguna junta directiva aceptaría una estrategia de expansión que ignore el riesgo cibernético, ni aprobaría decisiones que comprometan resultados financieros en nombre de una seguridad aislada. En la práctica, ambos conceptos se han convertido en dos caras de la misma moneda, especialmente en un contexto donde los ataques digitales impulsados por IA, ransomware, deepfakes y robo de identidad se han acelerado y sofisticado a niveles sin precedentes.

Colaborar ya no es una opción, es una estrategia de supervivencia.

El clima geopolítico actual agrava este desafío. Estados-nación y organizaciones criminales utilizan herramientas avanzadas que reducen drásticamente los tiempos de detección y reacción. Datos recientes presentados en foros internacionales indican que los ataques a infraestructuras críticas crecieron 75% interanual, mientras que cerca del 60% de las organizaciones reconoce que la tensión geopolítica ya impacta directamente su estrategia de ciberseguridad. Además, la mayoría de los incidentes relevantes genera interrupciones operativas o daños financieros y reputacionales, lo que convierte al riesgo digital en un asunto estratégico de primer nivel para el CEO.

Uno de los principales problemas es estructural. Muchas compañías operan con ecosistemas tecnológicos fragmentados, llegando a utilizar entre 30 y 40 herramientas de ciberseguridad que no se comunican entre sí. Este enfoque no solo incrementa costos y complejidad, sino que también crea puntos ciegos críticos. Frente a atacantes que aprovechan la automatización y la IA, esta dispersión debilita la capacidad de respuesta y limita la visibilidad integral del negocio.

La alternativa estratégica es la plataformización. Centralizar la seguridad en plataformas integradas permite reducir la complejidad operativa, mejorar la visibilidad del “campo de batalla digital” y tomar decisiones más rápidas e informadas. El paralelismo con la estrategia militar resulta ilustrativo: así como los ejércitos más eficaces integran información de tierra, mar, aire y ciberespacio, las empresas necesitan consolidar datos de redes, nube, IA, endpoints y cadenas de suministro para anticipar riesgos y detectar oportunidades.

La ciberseguridad dejó de ser un problema de TI para convertirse en un tema de CEO.

En este nuevo enfoque, el rol del CEO y del consejo directivo es insustituible. La ciberseguridad ya no puede delegarse únicamente al CIO o al CISO; requiere liderazgo transversal, alineación estratégica y una cultura de colaboración que rompa silos internos y externos. De hecho, las mayores ventajas competitivas surgen cuando las organizaciones comparten inteligencia, aprenden de ecosistemas más amplios y construyen resiliencia colectiva frente a amenazas comunes.

La conclusión es clara: la paradoja del CEO no se resuelve gastando más, sino pensando distinto. En un mundo de economías interconectadas y riesgos digitales amplificados por la geopolítica, la plataformización y la colaboración radical se convierten en los habilitadores clave para transformar la incertidumbre en confianza, y la turbulencia global en una ventaja competitiva sostenible.

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