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Cómo Mejorar la Creatividad con Neuroarquitectura

Uno de los primeros en darse cuenta del efecto de la fusión entre la arquitectura y la neurociencia fue el virólogo estadounidense Jonas Salk (1914-1995). Él desarrolló una de las vacunas contra la poliomielitis.

A mediados de 1950, el científico estaba encerrado en su laboratorio en un sótano con poca luz de la Universidad de Pittsburgh, Pensilvania, estancado en su trabajo. Decidió tomarse una licencia porque creía que un tiempo fuera de la oficina sería fundamental para pensar. Viajó a Italia, donde se alojó en un monasterio del siglo XIII, construcción que inmediatamente lo impactó y conmovió.

Al estar en un paisaje de gran belleza, rodeado de una arquitectura de cientos de años y la capacidad de estar tanto afuera como adentro (del edificio), le hizo cambiar su espíritu emocional», describe Frederick Marks, expresidente y miembro fundador de la Academia de Neurociencia para la Arquitectura de Estados Unidos (Anfa).

«Y le permitió concebir una forma de articular su vacuna de manera diferente a como lo había hecho antes», añade.

Con el tiempo se convocó al arquitecto Louis Kahn para desarrollar y construir en 1960 el Instituto Salk. Este es un centro de investigación de vanguardia con sede en La Jolla, California, considerado un referente de la neuroarquitectura.

A partir de entonces, los estudios sobre neuroarquitectura se fueron desarrollando en varias partes del planeta. Los descubrimientos que acompañaron demostraron avances para el bienestar de los seres humanos.

Por ejemplo, el arquitecto sueco Roger Ulrich pudo demostrar en una investigación de ocho años en la década de 1980 que el efecto de una hermosa vista en la habitación de un hospital puede acelerar de recuperación de un paciente después de una cirugía.

Cómo funciona

El paso a paso de los estudios comienza con identificar las emociones que se quieren resaltar en esos espacios.

Y luego le siguen pruebas para determinar cómo las personas pueden responder a esas emociones aplicando determinados diseños que pueden incluir factores como colores, formas y distribución del espacio.

Hay distintas maneras de medir la reacción de las personas desde un nivel neurofisiológico con la actividad cardíaca y el electroencefalograma con la actividad cerebral.

Dependiendo del análisis, pueden utilizar pulseras para medir la sudoración y cuestionarios validados por psicólogos.

Entonces, primero se recrea un ambiente artificial siguiendo ciertos parámetros de diseño. En estos se busca generar esas emociones y en un paso posterior se aplica en la vida real.

Fuente: BBC

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