Coyuntura

ABT inicia una reestructuración profunda: digitalización total, control inteligente y transparencia como ejes de la nueva gestión

Tras años de cuestionamientos por su limitada capacidad para frenar desmontes ilegales, incendios provocados y prácticas irregulares en autorizaciones forestales, la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Bosques y Tierra (ABT) entra en un periodo de transformación decisiva. Bajo la dirección de Alfredy Álvarez—ingeniero con más de 20 años de experiencia en gestión forestal, producción sostenible y políticas ambientales—la institución busca dejar atrás la burocracia y el rezago tecnológico que han marcado su funcionamiento.

Álvarez describe el panorama que encontró al asumir el cargo como el de una entidad saturada de normas, operando con procesos desarticulados, baja digitalización, escasa eficiencia y poca participación territorial. Según su diagnóstico, para enfrentar problemas urgentes como los incendios forestales, la deforestación ilegal o los avasallamientos de tierra, se requiere una institución “moderna, inteligente y totalmente digitalizada”, capaz de operar con información integrada y procesos simplificados.

El director reconoce que la debilidad de la ABT no es reciente. La falta de tecnología, la escasez de recursos logísticos para monitoreo, la poca articulación con productores y comunidades, así como los trámites lentos y burocráticos, generaron un entorno propicio para irregularidades y falta de control territorial. Durante años, la institución no logró dar el salto hacia una gestión apoyada en datos, trazabilidad y métricas claras de desempeño, elementos que hoy Álvarez considera indispensables.

La corrupción solo prospera en la oscuridad; nosotros abriremos todas las puertas y ventanas.

La nueva gestión se apoya en tres líneas estratégicas:

  1. Digitalización completa de los trámites y procesos internos, con sistemas integrados, automatización, monitoreo satelital e inteligencia territorial para agilizar y transparentar cada operación.
  2. Reorientación de la institución hacia un modelo centrado en el bosque y sus actores, considerando a indígenas, campesinos, empresarios y profesionales como parte fundamental de la toma de decisiones.
  3. Impulso a un nuevo modelo económico forestal, fortaleciendo plantaciones, reforestación en áreas degradadas, manejo integral de tierras, valor agregado y proyectos de bioeconomía. Además, se potenciará el mercado de bonos de carbono para generar ingresos sostenibles y dignos para comunidades y productores.

Frente a zonas donde ha existido connivencia entre funcionarios y actividades ilegales, Álvarez plantea una combinación de tecnologías avanzadas y renovaciones internas. El control ya no dependerá únicamente de la presencia física: habrá monitoreo satelital inteligente, alertas tempranas, trazabilidad digital de la madera y análisis de datos. Se fortalecerán las brigadas de campo, se rotará al personal periódicamente y se incluirá vigilancia social con comunidades indígenas capacitadas en gestión forestal.

Álvarez proyecta convertir a la ABT en “la institución más moderna de la región”. Para lograrlo, propone:

  • Digitalizar el 100% de los trámites.
  • Reducir significativamente el desmonte ilegal con monitoreo inteligente.
  • Aumentar la reforestación y plantaciones forestales.
  • Crear un observatorio nacional de bonos de carbono con respaldo técnico y jurídico.
  • Aplicar un nuevo marco legal forestal actualizado a los retos climáticos actuales.
  • Impulsar alianzas estratégicas con países vecinos y organismos internacionales.

Ya existe un proyecto en curso con el BID por 60 millones de dólares para fortalecer la institución, y los nuevos profesionales serán contratados mediante procesos transparentes y licitaciones públicas.

Para enfrentar las denuncias de corrupción en autorizaciones y permisos, la ABT implementará un sistema de información integral en tiempo real, desarrollado junto a la FAO, que registrará y hará trazable cada movimiento. Habrá auditorías internas y externas constantes, canales públicos de denuncia con seguimiento real y profesionalización de todo el personal bajo estándares verificables. “La corrupción solo prospera en la oscuridad; nosotros abriremos todas las puertas y ventanas”, enfatiza Álvarez.

La entidad trabajará bajo un principio de sostenibilidad que reconoce a todos los actores como legítimos, siempre que sus actividades respeten los límites ambientales. La ABT promoverá emprendimientos indígenas, cadenas productivas sostenibles, manejo forestal responsable y la apertura de mercados de bonos de carbono como una herramienta de desarrollo inclusivo. Álvarez señala el ejemplo de Colombia y los beneficios obtenidos por comunidades indígenas a través de REDD+ como referencia de lo que se puede lograr.

La nueva gestión se apoya en tres líneas estratégicas.

La nueva ABT operará articulada con gobernaciones, municipios, ministerios sectoriales, el INRA y organismos internacionales como la Unión Europea, FAO, GIZ y BID. La idea es integrar información, planificar territorio de forma conjunta y actuar con rapidez ante incendios y desmontes ilegales. “La fiscalización no será un papel, será un sistema operativo”, señala el director.

Álvarez asegura que la ABT inicia una etapa centrada en la responsabilidad ambiental, la eficiencia institucional y la transparencia absoluta. Su compromiso, afirma, es construir una institución moderna y técnica, que proteja el bosque como patrimonio estratégico y garantice una economía sostenible para quienes dependen de él.

La entidad se prepara para una “revolución digital” que marque el fin de los años de burocracia, rezago y corrupción.

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