Bolivia frente al desafío digital: el costo del rezago en conectividad

En un mundo cada vez más interconectado, la calidad del acceso a internet no solo determina la velocidad con la que navegamos, sino también el ritmo del desarrollo económico y social de un país. En Bolivia, las deficiencias en infraestructura digital se han convertido en un obstáculo tangible para la productividad, la innovación y la competitividad. Así lo advierte el experto en finanzas y tecnología Rodrigo Regalsky, quien alerta que el país está perdiendo oportunidades valiosas debido a la baja calidad y el alto costo del servicio de internet.
Aunque los índices oficiales indican que cerca del 76,3% de los bolivianos tiene acceso a internet, este porcentaje no refleja la verdadera situación del país. La cobertura puede haberse ampliado, pero la calidad de la señal, la velocidad de conexión y la estabilidad del servicio siguen siendo precarias en gran parte del territorio nacional. Este problema se agrava por la falta de inversión en infraestructura tecnológica, la limitada competencia entre proveedores y los altos costos del servicio, que superan con creces los de países vecinos como Argentina, Paraguay o Brasil.
“Un aumento del 10% en la banda ancha puede impulsar el PIB entre 1% y 1,5%, según la CEPAL.”
De acuerdo con Regalsky, el país cuenta con más líneas móviles que habitantes —más de 12 millones—, pero esta cifra no se traduce en un acceso eficiente. La saturación de antenas y el ancho de banda insuficiente generan conexiones lentas e inestables, afectando tanto a usuarios particulares como a empresas.
Las consecuencias de esta brecha digital son profundas. Según estimaciones de la CEPAL, un incremento del 10% en la penetración de la banda ancha puede impulsar el PIB entre 1% y 1,5%, lo que evidencia el impacto directo que tiene la conectividad en la economía. Bolivia podría aprovechar este potencial para fortalecer su sector productivo, especialmente a las pymes, que representan el 76% del comercio nacional. Sin embargo, muchas de ellas todavía dependen de canales informales de venta —como WhatsApp— y no logran integrarse plenamente al comercio digital.

El rezago tecnológico también afecta al ámbito educativo y al emprendimiento. Docentes y estudiantes enfrentan problemas constantes para conectarse, lo que limita el aprendizaje virtual y la capacitación profesional. Asimismo, los emprendedores tecnológicos, que podrían impulsar proyectos de innovación en blockchain, inteligencia artificial o sostenibilidad, ven restringidas sus posibilidades de crecimiento por una conectividad deficiente y costosa.
El costo del servicio de internet en Bolivia es una de las mayores barreras. Mientras que en Argentina el costo promedio de 1 GB móvil ronda los 2,23 dólares, en Bolivia supera los 8,50 dólares. Además, el país sigue operando mayoritariamente bajo tecnología 4G, sin haber dado el salto al 5G, que permitiría conexiones más rápidas, estables y accesibles.
“Sin una infraestructura digital moderna, el país arriesga su crecimiento económico y su futuro tecnológico.”
Para revertir esta situación, Regalsky plantea la necesidad de abrir el mercado, fomentar la competencia e incentivar la inversión en infraestructura tecnológica. Menciona también alternativas como Starlink, la red satelital de Elon Musk, cuya implementación en Bolivia podría ser una oportunidad para ampliar la cobertura, especialmente en zonas rurales.
El rezago digital de Bolivia no es solo una cuestión tecnológica, sino una brecha estructural que limita el desarrollo económico, educativo y social del país. La modernización de la infraestructura de internet debe asumirse como una política de Estado, orientada a la inclusión, la competitividad y la innovación. En la era de la inteligencia artificial y la economía digital, mejorar la calidad del internet no es un lujo: es una necesidad urgente para no quedar fuera del futuro.