Cooperación global impulsa la reciclabilidad del plástico: una guía alineada para el futuro circular

Introducción
El avance hacia una economía circular requiere algo más que voluntad política: necesita cooperación técnica, estándares compartidos y compromiso global. Bajo esta premisa, la Asociación de Recicladores de Plástico (APR) junto a ECOCE, la Asociación Nacional de Reciclaje de Recursos de China (CRRA) y el Instituto de Innovación Ambiental de Tsinghua Suzhou (RIET) han logrado un hito significativo: la publicación de la Guía de Diseño APR® para la Reciclabilidad de Plásticos en español y mandarín.
Esta iniciativa no solo derriba barreras idiomáticas, sino que también sienta las bases para una armonización internacional de criterios técnicos, fortaleciendo los cimientos de una verdadera economía circular del plástico.
Un lenguaje común para el diseño sostenible
La Guía de Diseño APR® es reconocida globalmente como una referencia esencial para diseñar envases que sean compatibles con los sistemas de reciclaje. Su traducción y adaptación a nuevos idiomas refleja la intención de extender estos lineamientos a regiones con marcos regulatorios y capacidades de reciclaje diversas, como América Latina y Asia Oriental.
“La Guía de Diseño APR® traduce la sostenibilidad en un lenguaje común que conecta a América, Asia y Europa.”
El esfuerzo conjunto de las organizaciones involucradas demuestra que, aunque los sistemas de recolección y tratamiento varían entre Norteamérica, México y China, los principios fundamentales del diseño para la reciclabilidad son universales. Esta alineación técnica busca garantizar que los envases de plástico, desde su concepción, sean aptos para reincorporarse a la cadena productiva, reduciendo el desperdicio y promoviendo un uso más eficiente de los recursos.
Cooperación como motor de cambio
El presidente de la APR, Steve Alexander, enfatizó que esta colaboración internacional responde a un objetivo común: fortalecer los vínculos entre regiones y acelerar la transición hacia una economía circular. Del mismo modo, Jorge Terrazas, director general de ECOCE, subrayó que la cooperación técnica es clave para “construir puentes” que permitan a los distintos actores de la industria adoptar buenas prácticas globales adaptadas a sus contextos locales.
“Alinear los principios del reciclaje es clave para construir una economía circular global y funcional.”
En China, el secretario general adjunto de la CRRA, Yonggang Wang, destacó la importancia de este trabajo conjunto para consolidar un sistema de trazabilidad que abarque todo el ciclo del plástico, desde el diseño hasta la certificación. Por su parte, la vicepresidenta de RIET, Xin Yao, resaltó el valor del intercambio de conocimiento internacional como una vía efectiva para fortalecer los sistemas nacionales de reciclaje y fomentar la innovación en materiales sostenibles.
Un estándar que trasciende fronteras
Además del mandarín y el español, la guía también ha sido traducida al francés, en colaboración con Éco Entreprises Québec (ÉEQ) y RECYC-QUÉBEC, ampliando su alcance a regiones francófonas. Esta expansión multilingüe representa un paso decisivo hacia la unificación de criterios técnicos que permitan a empresas, gobiernos y organizaciones operar bajo un marco de referencia común.
“La cooperación internacional demuestra que el futuro del plástico depende de un diseño responsable y compartido.”
Las adaptaciones regionales incluidas en cada versión no solo responden a las diferencias en infraestructura y tecnologías de reciclaje, sino que también buscan garantizar que las directrices sean aplicables de forma práctica. De esta manera, la Guía de Diseño APR® se consolida como una herramienta de referencia global, alineada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), particularmente con el ODS 12: Producción y Consumo Responsables.
Conclusión
La traducción y alineación global de la Guía de Diseño APR® para la Reciclabilidad de Plásticos representa un avance tangible hacia un sistema de producción más responsable y circular. Al compartir conocimiento técnico y armonizar estándares, las organizaciones participantes demuestran que la sostenibilidad no es una meta aislada, sino un proceso colectivo que requiere cooperación internacional, innovación y compromiso a largo plazo.
Este esfuerzo conjunto entre América, Asia y Europa evidencia que el futuro del reciclaje depende de la capacidad de las naciones para entenderse, trabajar juntas y hablar —literal y técnicamente— el mismo idioma de la sostenibilidad.
