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Darrow: la startup que usa IA para detectar demandas colectivas y desafía la ética legal

El avance de la inteligencia artificial (IA) no solo está transformando industrias tradicionales como la manufactura o las finanzas, también está irrumpiendo en uno de los sectores más conservadores: el legal. Una de las startups más llamativas en este terreno es Darrow, una firma israelí que ha convertido la detección de irregularidades corporativas en un negocio multimillonario.

Con un enfoque que mezcla big data, derecho y tecnología, Darrow ayuda a los abogados a identificar posibles demandas colectivas, reduciendo los costos de investigación y acelerando procesos que antes tomaban meses. Sin embargo, detrás de su éxito también surgen cuestionamientos éticos sobre la forma en que monetiza parte de los casos que identifica.

La propuesta de Darrow es tan simple como disruptiva: utilizar algoritmos de IA para rastrear internet en busca de posibles incumplimientos legales por parte de empresas. Estos hallazgos se contrastan con marcos regulatorios vigentes y, si encajan, se convierten en insights listos para que los abogados evalúen.

Lo cierto es que, en una década, la propuesta de Darrow podría dejar de ser disruptiva para convertirse en el estándar de la industria legal.

Un ejemplo claro fue el caso contra la aplicación de citas Bumble, acusada en Illinois de recolectar datos biométricos sin consentimiento. Gracias a la información recopilada por Darrow, la denuncia prosperó y terminó en un acuerdo de 40 millones de dólares. Los usuarios recibieron compensaciones individuales y los abogados involucrados sumaron 14 millones en honorarios.

Darrow no solo detecta la oportunidad legal: también ayuda a reclutar demandantes mediante publicidad digital segmentada, lo que convierte a la startup en un socio estratégico para bufetes especializados en litigios masivos.

La compañía obtiene ingresos a través de suscripciones y tarifas de uso, como cualquier proveedor de software. Sin embargo, su fuente más controvertida proviene de un acuerdo legal que le permite participar en los honorarios de los abogados cuando un caso originado en su plataforma llega a buen puerto.

Este mecanismo es posible gracias a una excepción en el estado de Arizona que autoriza compartir honorarios con profesionales no abogados, algo que en la mayoría de las jurisdicciones sigue prohibido. En la práctica, Darrow se asocia con un abogado de Arizona que figura como coasesor en los casos y canaliza hacia la startup parte de los beneficios obtenidos.

El sistema genera debate. Algunos especialistas sostienen que rompe barreras innecesarias y moderniza la práctica legal; otros consideran que compromete principios éticos, al mezclar la lógica de negocio con los incentivos económicos del litigio.

Más allá de la controversia, Darrow ha logrado cifras que pocas startups legales pueden mostrar. Con más de 80 bufetes como clientes y contratos que van desde decenas de miles hasta millones de dólares al año, la compañía generó 26 millones de ingresos en 2024 y prevé duplicar esa cifra en 2025. Según sus fundadores, la meta es alcanzar los 120 millones en 2026.

Su director ejecutivo, Evyatar Ben Artzi, asegura que la misión de la empresa es construir “un mundo de justicia sin fricciones”, donde los riesgos legales se identifiquen de manera tan clara como un activo financiero. Bajo esa lógica, Darrow también busca que las empresas contraten sus servicios para descubrir sus propias vulnerabilidades y corregirlas antes de enfrentar un litigio.

El perfil de sus fundadores refuerza la narrativa de innovación: Ben Artzi es abogado y exoficial del ejército israelí, mientras que su socia, Gila Hayat, proviene de la unidad de inteligencia militar 8200, con experiencia en análisis masivo de datos mediante IA.

Con un enfoque que mezcla big data, derecho y tecnología, Darrow ayuda a los abogados a identificar posibles demandas colectivas, reduciendo los costos de investigación y acelerando procesos que antes tomaban meses.

Darrow encarna la intersección entre tecnología, derecho y negocio. Su capacidad para detectar demandas colectivas con IA está acelerando un cambio que muchos expertos consideran inevitable: la automatización de la identificación de litigios potenciales.

Sin embargo, su modelo de reparto de honorarios plantea un dilema: ¿es una modernización necesaria de un sistema obsoleto o una práctica que difumina la frontera entre justicia y lucro?

Lo cierto es que, en una década, la propuesta de Darrow podría dejar de ser disruptiva para convertirse en el estándar de la industria legal. Mientras tanto, la startup ya marca el camino hacia un nuevo paradigma en el acceso a la justicia y la gestión de riesgos corporativos.

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