Coyuntura

El diésel y la campaña agrícola: un desafío clave para Bolivia

El abastecimiento de combustible en Bolivia atraviesa un momento crítico que afecta no solo al transporte y la industria, sino también al sector agropecuario, pieza fundamental de la seguridad alimentaria del país. En este escenario, la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO) advierte que el campo requiere cerca del 16% del diésel nacional para garantizar la siembra de verano, periodo en el que se produce la mayor parte de los alimentos que llegan a la mesa de los bolivianos.

Según Klaus Frerking, presidente de la CAO y de Confeagro, el sector productivo necesita 380 millones de litros de diésel al año, en contraste con los 2.400 millones de litros que demanda Bolivia en su conjunto. Esta proporción, aunque pueda parecer reducida, resulta estratégica: sin el suministro adecuado, el campo no puede operar maquinaria agrícola ni movilizar insumos esenciales para la producción.

El Instituto Nacional de Estadística (INE) reportó que en 2024 se importaron casi 2 millones de litros de diésel, mientras que el resto se generó localmente. Sin embargo, la dependencia externa sigue siendo un factor de vulnerabilidad, especialmente en contextos de inestabilidad política y económica.

Frerking aprovechó la coyuntura electoral para instar a los dos candidatos presidenciales, Rodrigo Paz Pereira y Jorge Tuto Quiroga, a garantizar una transición ordenada que priorice el suministro de carburantes. “No se trata de un tema político, sino de asegurar la siembra de más de 3 millones de hectáreas entre septiembre y diciembre, un periodo crucial para la producción nacional”, recalcó.

El sector productivo necesita 380 millones de litros de diésel al año, en contraste con los 2.400 millones de litros que demanda Bolivia en su conjunto.

Este llamado cobra relevancia considerando que el 80% de los alimentos consumidos en el país provienen de la campaña de verano en Santa Cruz. Cualquier retraso en la provisión de combustible puede traducirse en desabastecimiento de productos básicos y presión sobre los precios en los próximos meses.

El Gobierno ha asegurado que el diésel para los productores está garantizado y que la distribución en estaciones de servicio se normalizará hacia octubre. No obstante, la incertidumbre persiste entre los agricultores, que dependen de un abastecimiento constante para no interrumpir sus operaciones en el campo.

El desafío del diésel trasciende las cifras de importación o consumo: está directamente ligado a la capacidad del país de sostener su seguridad alimentaria y estabilidad económica. La próxima campaña agrícola no solo pondrá a prueba la logística del Estado, sino también el compromiso de los nuevos liderazgos políticos con el sector que alimenta a Bolivia.

Garantizar el combustible en tiempo y forma es más que una tarea administrativa: es asegurar que la siembra de hoy se convierta en la cosecha que el país necesitará mañana.

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