Tecnología

El fin de una era: iRobot se declara en bancarrota y el futuro de Roomba cambia de manos

Durante más de dos décadas, Roomba fue sinónimo de robot aspirador. Su presencia en millones de hogares convirtió a este dispositivo en un referente de la automatización doméstica y en un símbolo del “hogar inteligente”. Sin embargo, ese liderazgo histórico atraviesa ahora su momento más delicado. La empresa estadounidense iRobot, creadora de Roomba, ha iniciado un proceso de bancarrota que marca un punto de inflexión en su trayectoria y redefine el futuro de la marca.

iRobot se acogió al Capítulo 11 de la ley de bancarrotas de Estados Unidos, un mecanismo judicial que permite a las empresas reorganizarse financieramente mientras continúan operando. El proceso, que se desarrolla en el estado de Delaware, está previsto que concluya a comienzos de 2026 y tendrá como desenlace el traspaso de la propiedad de iRobot a la empresa china Picea.

Este movimiento no resulta del todo inesperado. Picea ha sido durante años uno de los principales socios industriales de iRobot, encargándose de la fabricación de los dispositivos Roomba desde sus plantas en Shenzhen y Hong Kong. La transición, por tanto, se apoya en una relación previa dentro de la cadena de suministro.

El caso simboliza el desafío de las empresas pioneras para adaptarse a nuevas dinámicas de innovación y costos.

Desde la compañía aseguran que, durante este periodo, no habrá interrupciones en el funcionamiento de los productos, ni en la aplicación móvil, ni en los servicios de soporte técnico, programación o mapeo inteligente. Para los usuarios actuales, esto significa que sus robots deberían seguir operando con normalidad en el corto y mediano plazo.

Uno de los principales temores de los consumidores ante una bancarrota tecnológica es la pérdida de servicios digitales. En el caso de Roomba, iRobot ha confirmado que las funciones inteligentes seguirán activas mientras se completa el proceso de reestructuración.

No obstante, el precedente de otras marcas en situaciones similares deja una advertencia clara: si en el futuro se interrumpe el soporte en la nube, los robots seguirían siendo utilizables de forma manual, pero perderían buena parte de las funciones que los hicieron populares, como la automatización avanzada, el control desde el móvil o la creación de mapas inteligentes del hogar.

La historia de iRobot se remonta a 1990, cuando fue fundada en Massachusetts por Rodney Brooks, un reconocido experto en robótica del MIT. Su visión era clara: llevar la robótica fuera de los laboratorios y convertirla en una aliada de la vida cotidiana. Esa idea se materializó en 2002 con el lanzamiento de la primera Roomba, un producto que redefinió el concepto de limpieza automática en el hogar.

Con el paso de los años, iRobot amplió su catálogo, integrando robots friegasuelos y desarrollando generaciones cada vez más avanzadas, hasta modelos recientes como el Roomba Combo 10 Max o el Roomba Max 705 Vac. Sin embargo, el mercado ya no era el mismo.

La irrupción de fabricantes asiáticos como Roborock, Dreame y otros competidores cambió radicalmente el panorama. Estos nuevos actores ofrecieron dispositivos con mayor potencia, sensores más avanzados y precios más competitivos, erosionando la ventaja histórica de Roomba, que hasta entonces se había apoyado en su fuerte reconocimiento de marca.

En un intento por asegurar su futuro, iRobot estuvo cerca de ser adquirida por Amazon en 2022, en una operación valorada en más de 1.500 millones de euros. Aunque el acuerdo fue inicialmente aceptado, las autoridades regulatorias europeas bloquearon la compra por razones antimonopolio, lo que llevó a Amazon a retirarse definitivamente en 2024. Poco después, el entonces CEO, Colin Angle, dejó la compañía.

La bancarrota de iRobot marca un punto de inflexión en la industria de la robótica doméstica.

A estos problemas se sumaron factores externos como los aranceles impuestos por Estados Unidos a productos fabricados en países como Vietnam, donde se producía una parte importante de los robots de iRobot. Este escenario incrementó los costos y redujo aún más los márgenes de la empresa.

La bancarrota de iRobot no solo representa la crisis de una empresa, sino también el cierre simbólico de una etapa en la historia de la tecnología doméstica. Roomba pasó de ser un producto revolucionario a competir en un mercado hipercompetitivo, donde la innovación constante y el precio marcan la diferencia.

El futuro de la marca bajo la propiedad de Picea aún es incierto. Si logra mantener la calidad, el soporte y la confianza del consumidor, Roomba podría reinventarse una vez más. De lo contrario, su legado quedará como el de un pionero que abrió el camino, pero no logró adaptarse a tiempo a una nueva generación de competidores.

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