Coyuntura

¡El oro rompe récords y alerta al mundo! ¿Estamos frente al inicio de una crisis silenciosa?

Una onza, USD 3.509. Un metal, el oro. Y detrás, un planeta financiero sumido en la incertidumbre. Mientras las bolsas del mundo sangran y los gigantes tecnológicos ceden terreno, el oro —ese símbolo milenario de riqueza— escribe un nuevo récord histórico y recuerda que, cuando todo parece derrumbarse, sigue siendo el refugio predilecto.

En lo que va de 2025, el valor del oro ha trepado un 32%, impulsado por una combinación explosiva: un dólar debilitado, tensiones geopolíticas en aumento y una guerra comercial entre Estados Unidos y China que escala semana tras semana. Este martes, la onza de oro superó los 3.500 dólares en Nueva York, marcando un hito que no solo refleja movimientos de mercado, sino una alerta más profunda: el sistema económico global está cambiando, y nadie parece tener el mapa del nuevo orden.

La economía mundial está entrando en una nueva era”, señaló Pierre-Olivier Gourinchas, economista jefe del FMI

“Estamos viendo una clara rotación hacia activos defensivos”, afirma Felipe Mendoza, analista de ATFX Latam. Lo demuestra el repunte no solo del oro, sino también del franco suizo y el yen, mientras las acciones de tecnológicas como Nvidia y ASML caen con fuerza. Las señales son claras: el miedo vuelve a marcar el ritmo de los mercados.

No es una reacción aislada. El Fondo Monetario Internacional ya advirtió esta semana que el crecimiento global caerá al 2,8%, una de las cifras más bajas de las últimas décadas. “La economía mundial está entrando en una nueva era”, dijo Pierre-Olivier Gourinchas, economista jefe del FMI. Una era donde las reglas del juego parecen disolverse más rápido que nunca.

Y en ese caos, el oro brilla. Los bancos centrales siguen comprando toneladas del metal —EE. UU. mantiene más de 8.000 toneladas en reserva— mientras los inversionistas se repliegan, no solo por temor a una recesión, sino por la falta de claridad en las decisiones de política económica de potencias como EE. UU., Reino Unido o Canadá. La política arancelaria de Trump, cambiante y desafiante, ha sumido a empresas y gobiernos en una espiral de incertidumbre.

El oro se ha convertido en el termómetro emocional de un mercado que ya no encuentra certeza en el presente, y menos aún, en el futuro.

Pero hay algo más. El auge del oro también es el reflejo de un mundo fragmentado. Un planeta tripolar, como lo define el experto Carlos Christian Sueiro, donde Estados Unidos, Rusia y China libran una batalla silenciosa por influencia y poder. Y en ese tablero, el oro es mucho más que un activo: es un mensaje.

“La búsqueda de oro como respaldo no es casual”, apunta Sueiro. “Es una reacción al desequilibrio del orden mundial y a la necesidad de las potencias de garantizar estabilidad frente a un futuro impredecible”.

Por ahora, los 3.500 dólares son una cumbre simbólica. Pero si las tensiones comerciales escalan o los bancos centrales inician recortes de tasas más agresivos, el oro podría ir aún más alto. Claro que también existe el riesgo de correcciones abruptas, especialmente si se producen acuerdos comerciales o tomas de ganancias rápidas.

Lo cierto es que, en medio de un sistema que se reconfigura, el oro no solo ha recuperado su brillo: se ha convertido en el termómetro emocional de un mercado que ya no encuentra certeza en el presente, y menos aún, en el futuro.

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