El trabajo que la IA no puede reemplazar: el auge de los ingenieros desplegados y los oficios del futuro

En una época donde la inteligencia artificial (IA) amenaza con redefinir el mercado laboral global, no todos los empleos están destinados a desaparecer. Mientras numerosas profesiones sufren el impacto de la automatización, surgen nuevas oportunidades que combinan la tecnología con el valor humano. Uno de los casos más sorprendentes es el de los forward-deployed engineers, un perfil que ha crecido más de un 1.000% en los últimos dos años y que representa una nueva frontera en el equilibrio entre IA y trabajo humano.
Este fenómeno plantea una pregunta clave: ¿qué hace que ciertos trabajos no solo sobrevivan a la revolución tecnológica, sino que prosperen gracias a ella?
El forward-deployed engineer no es un programador convencional ni un comercial de software. Se trata de un perfil híbrido que combina habilidades técnicas con una profunda comprensión de las necesidades empresariales. En términos simples, es el puente entre el código y las personas. Este tipo de ingeniero no solo diseña soluciones tecnológicas, sino que colabora directamente con los clientes para adaptar la inteligencia artificial a problemas reales de negocio.
“La demanda de forward-deployed engineers creció más de un 1.000% desde 2023.”
El concepto nació en Palantir Technologies, una empresa pionera en análisis de datos e inteligencia militar, y hoy está siendo replicado por gigantes como OpenAI, Anthropic y Cohere. Estas compañías buscan acelerar la integración de la IA en sectores que aún no saben cómo aprovecharla plenamente. Según datos de Indeed, la demanda de estos profesionales aumentó un 1.158% desde 2023, impulsada por la necesidad de unir la innovación con la estrategia empresarial.
A diferencia de los llamados prompt engineers, cuya labor depende de herramientas específicas que pueden quedar obsoletas, los forward-deployed engineers se sostienen en el contacto humano. Su trabajo depende de la empatía, la comunicación y la capacidad de interpretar contextos, tres aspectos que la IA, por ahora, no puede replicar.
Este auge también está redefiniendo los salarios tecnológicos: los sueldos de estos perfiles alcanzan cifras comparables a los ingenieros de inteligencia artificial de alto nivel, llegando incluso a los 300.000 euros anuales en algunos casos.

Pero no solo los ingenieros están ganando terreno frente al avance de la IA. Según Jensen Huang, fundador y CEO de Nvidia, las profesiones manuales y los oficios especializados vivirán una expansión sin precedentes. “Si eres electricista, fontanero o carpintero, vas a tener trabajo durante décadas”, declaró en una entrevista reciente. La razón es clara: la infraestructura que sostiene la inteligencia artificial —los centros de datos, o hyperscale data centers— requiere una fuerza laboral física inmensa.
Un solo complejo de 250.000 metros cuadrados puede emplear a más de 1.500 personas en su construcción, sin contar los empleos indirectos que genera en las economías locales. Esta nueva “infraestructura de la IA” no solo demanda tecnología, sino también manos humanas altamente calificadas.
La idea de que la inteligencia artificial reemplazará todos los empleos resulta, cada vez más, una simplificación errónea. Más que destruir trabajo, la IA está transformando la naturaleza del empleo, desplazándolo hacia áreas que requieren pensamiento estratégico, habilidades interpersonales y destrezas manuales.
“La inteligencia artificial no elimina el trabajo humano, lo transforma y lo desplaza hacia nuevos horizontes.”
El crecimiento explosivo de los forward-deployed engineers y el resurgimiento de los oficios tradicionales demuestran que el futuro laboral no se define por la máquina, sino por la capacidad humana de adaptarse y colaborar con ella. En lugar de competir contra la inteligencia artificial, la clave está en aprender a trabajar con ella.
La revolución no será solo tecnológica, sino también profundamente humana.
