Tecnología

España, a la cabeza del consumo de vídeos basura generados por inteligencia artificial en YouTube

La inteligencia artificial suele asociarse a avances tecnológicos, automatización eficiente y nuevas oportunidades laborales. Sin embargo, en el ecosistema digital también está impulsando un fenómeno mucho menos positivo: la proliferación de contenido automatizado, repetitivo y de baja calidad en plataformas como YouTube. Y en este escenario, España ocupa una posición inesperada y protagonista.

Según el AI Slop Report, un estudio reciente elaborado por la plataforma Kapwing, España se ha convertido en el país con mayor número de suscriptores en canales de YouTube dedicados exclusivamente a publicar vídeos generados por IA sin supervisión humana real. Este tipo de material, conocido popularmente como slop, se caracteriza por priorizar la cantidad y el impacto inmediato sobre la calidad, la precisión o el valor informativo.

El término slop se utiliza para describir contenidos creados de forma automática —generalmente mediante inteligencia artificial— que se distribuyen de manera masiva con el único objetivo de captar visitas, clics y tiempo de visualización. Muchos usuarios los comparan con una versión audiovisual del spam: vídeos llamativos, repetitivos, a menudo absurdos, y en algunos casos directamente engañosos.

El reto para plataformas, creadores y usuarios será encontrar un equilibrio entre innovación tecnológica y calidad.

Aunque estos contenidos pueden resultar entretenidos o curiosos a corto plazo, su expansión genera preocupación entre creadores, expertos y usuarios. El motivo es claro: saturan la plataforma, desplazan contenido original y distorsionan el funcionamiento del algoritmo, que acaba priorizando lo fácil de consumir frente a lo realmente valioso.

Los datos del informe son contundentes. España acumula más de 20 millones de suscriptores en canales que publican exclusivamente vídeos basura generados por inteligencia artificial. Esta cifra sitúa al país por delante de potencias demográficas como Estados Unidos, Brasil, Pakistán o Egipto.

Un dato especialmente llamativo es que más de una cuarta parte de estos seguidores pertenecen a un solo canal: Imperio de Jesús. Con cerca de seis millones de suscriptores, se trata del segundo canal de slop más seguido del mundo. Su fórmula es simple y altamente viral: vídeos religiosos generados por IA en los que Jesucristo aparece participando en concursos o respondiendo preguntas, una mezcla que despierta tanto curiosidad como polémica.

En términos de reproducciones, España ocupa el quinto puesto mundial, con más de 2.500 millones de visualizaciones acumuladas en este tipo de contenidos dentro de los canales más populares analizados. Aun así, el informe matiza que el país no se encuentra entre los que presentan una mayor proporción de slop dentro de su ecosistema general.

De los 100 canales más vistos en España, solo ocho están generados íntegramente por IA, una cifra relativamente baja si se compara con otros mercados. En Pakistán, por ejemplo, uno de cada cinco canales líderes pertenece ya a esta categoría.

Más allá de los hábitos de consumo, el estudio pone el foco en el propio funcionamiento de YouTube. Al analizar cuentas nuevas, sin historial ni personalización, los investigadores detectaron que uno de cada tres vídeos recomendados corresponde a contenido generado por IA o de muy baja calidad. Además, el 21% de los vídeos mostrados se había creado de forma completamente automática.

España se ha convertido en el país con mayor número de suscriptores en canales de YouTube dedicados exclusivamente a publicar vídeos generados por IA sin supervisión humana real.

Estos resultados coinciden con investigaciones previas que advierten de una tendencia clara: uno de cada diez canales que más rápido crecen en YouTube hoy en día publica exclusivamente vídeos generados por inteligencia artificial.

El caso de España refleja una paradoja interesante. Mientras crece la preocupación social por el impacto de la IA en el empleo y la creatividad humana, el consumo masivo de contenido automatizado no deja de aumentar. La pregunta ya no es si la inteligencia artificial puede generar vídeos, sino qué tipo de cultura digital estamos fomentando al premiar este modelo de consumo.

El reto para plataformas, creadores y usuarios será encontrar un equilibrio entre innovación tecnológica y calidad, evitando que el ruido generado por la automatización termine ahogando las voces auténticas que dieron sentido a YouTube en sus inicios.

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