Coyuntura

Estados Unidos endurece su política migratoria: nuevo veto deja fuera a ciudadanos de 12 países

Una vez más, la política migratoria de Estados Unidos se convierte en foco de tensión internacional. El expresidente Donald Trump, en su retorno a la escena política, ha resucitado uno de sus temas más controversiales: el veto migratorio. A partir del lunes 9 de junio, ciudadanos de 12 países tienen totalmente prohibido ingresar a territorio estadounidense bajo cualquier tipo de visa, mientras que se endurecen los requisitos para ciudadanos de otros siete. La medida, que recuerda al polémico decreto de 2017, ya genera un fuerte eco en gobiernos, organizaciones humanitarias y en comunidades migrantes alrededor del mundo.

La decisión, anunciada por Trump a través de sus redes sociales, se basa —según su equipo— en cuestiones de seguridad nacional. Los motivos incluyen el alto número de sobreestadías de visa, la supuesta falta de sistemas confiables para emitir documentos en ciertos países, y la poca cooperación en la repatriación de ciudadanos.

Aunque el atacante de Boulder no era de estos países, el hecho sirvió como justificación para reinstaurar el veto.

Los 12 países vetados completamente son:

  • Afganistán
  • Myanmar
  • Chad
  • República del Congo
  • Guinea Ecuatorial
  • Eritrea
  • Haití
  • Irán
  • Libia
  • Somalia
  • Sudán
  • Yemen

Los ciudadanos provenientes de estas naciones no podrán ingresar a EE.UU. bajo ninguna categoría de visa común, ni siquiera por motivos de turismo, negocios o estudios.

Además, otros siete países enfrentarán restricciones adicionales:
Burundi, Cuba, Laos, Sierra Leona, Togo, Turkmenistán y Venezuela. A sus ciudadanos se les exigirá una verificación más exhaustiva en sus trámites de visado, con procesos más largos y estrictos.

Aunque esta medida fue planeada con anticipación, el detonante directo fue un ataque ocurrido en Boulder, Colorado, perpetrado por una persona que se encontraba en el país con visa vencida. El hecho intensificó el debate sobre los controles migratorios y sirvió como argumento para justificar el endurecimiento de la política. Curiosamente, el atacante no era originario de ninguno de los países vetados, lo cual ha levantado críticas sobre la verdadera eficacia y equidad de la medida.

Estados Unidos prohibirá el ingreso a ciudadanos de 12 países a partir del 9 de junio, sin excepción de visa regular.

Como era de esperarse, el anuncio provocó una oleada de reacciones. Diversas organizaciones defensoras de derechos humanos han cuestionado el sesgo de la lista, destacando la inclusión de países como Haití o Afganistán, cuyas poblaciones han sido históricamente afectadas por conflictos y desastres.

Desde la comunidad internacional, gobiernos de países afectados han expresado su malestar. Algunos acusan a Estados Unidos de aplicar una política selectiva y discriminatoria, mientras otros temen represalias económicas o diplomáticas.

No obstante, se contemplan excepciones mínimas. Por ejemplo, afganos que colaboraron con las fuerzas estadounidenses durante la guerra podrán solicitar visas especiales, aunque bajo un estricto escrutinio.

La medida se basa en la supuesta incapacidad de estos países para verificar antecedentes y controlar documentos.

Este nuevo capítulo en la política migratoria de EE.UU. marca un giro hacia una visión más cerrada y estricta, con efectos que se extenderán mucho más allá de sus fronteras. Aunque el gobierno argumenta razones de seguridad, la medida podría tener consecuencias profundas en términos de relaciones diplomáticas, cooperación internacional y derechos humanos. Con las elecciones en el horizonte, el veto no solo marca una postura política, sino también una estrategia que reaviva uno de los debates más divisivos de la era Trump: ¿quién tiene derecho a entrar a Estados Unidos?

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