Generación Z abraza la inversión en dividendos como vía hacia la libertad financiera

Lo que antes era considerado el rincón más estable y “aburrido” de las finanzas se ha transformado en la nueva fiebre juvenil. Miles de inversores de la Generación Z en Estados Unidos están apostando sus ahorros a fondos cotizados (ETF) que ofrecen dividendos altos, con la promesa de usar el flujo de efectivo mensual para dejar atrás el horario de oficina y alcanzar la independencia financiera anticipada.
En eventos como el celebrado en Manhattan en julio, jóvenes como Eli Breece, de 26 años, comparten sus estrategias en canales de YouTube y foros digitales que hoy concentran comunidades de cientos de miles de seguidores. Breece, fundador del canal “Dividendology”, ya utiliza sus ganancias para cubrir gastos personales e incluso financiar la compra de su vivienda. Su filosofía, compartida por un creciente número de finfluencers, se centra en la idea de “vivir del dividendo” y no esperar a la jubilación tradicional.
Los ETF de ingresos captaron uno de cada seis dólares destinados a renta variable en 2025.
El auge es evidente: los ETF generadores de ingresos captaron uno de cada seis dólares destinados a renta variable en 2025, elevando el valor del sector a 750.000 millones de dólares. Los productos más agresivos, con rendimientos superiores al 8%, cuadruplicaron su tamaño en tres años, alcanzando los 160.000 millones. Este movimiento ha dado lugar a la proliferación de canales en YouTube, foros en Reddit y servidores en Discord, en los que los dividendos se presentan como un “salario alternativo”.
Sin embargo, el fenómeno no está exento de riesgos. Expertos como Samuel Hartzmark, del Boston College, advierten que los inversores caen en la “falacia de los dividendos gratuitos”, confundiendo el pago de dividendos con la creación de nueva riqueza, cuando en realidad provienen de la valorización sacrificada de los activos. Estrategias basadas en derivados y opciones, ofrecidas por emisores como YieldMax, generan ingresos a corto plazo, pero erosionan el valor de las carteras en el largo plazo.
Pese a las críticas, la atracción psicológica de recibir pagos periódicos sigue pesando más que los análisis técnicos entre muchos jóvenes. Christine Benz, de Morningstar, lo describe como la preferencia por el “pájaro en mano”, mientras que comunidades online como r/dividends, con más de 780.000 miembros, alimentan el entusiasmo colectivo.
Para muchos jóvenes, los dividendos no son solo ingresos: son una narrativa de libertad y control.
Este fenómeno también refleja tensiones más amplias: inflación persistente, dificultad de acceso a la vivienda y temor a los efectos de la automatización laboral. Frente a estas incertidumbres, la Generación Z encuentra en los dividendos no solo un flujo de caja, sino una narrativa de libertad y control. Para algunos, como César Arteaga, ingeniero de 27 años que invierte la mayor parte de sus ahorros en ETF de alto rendimiento, el objetivo es claro: reemplazar el trabajo tradicional por ingresos pasivos, aun cuando el costo futuro sea incierto.
En Wall Street, la preocupación es creciente. Fondos como el Equity Premium Income de JPMorgan (JEPI) han crecido de manera explosiva ofreciendo cierta protección, pero con rendimientos rezagados respecto al S&P 500. Gestores y académicos insisten en que, aunque las estrategias de dividendos aportan estabilidad, no deben confundirse con fórmulas mágicas de enriquecimiento rápido.
El dilema, en última instancia, refleja un cambio generacional: mientras los baby boomers confiaban en décadas de empleo y ahorro, los jóvenes de hoy buscan anticipar su libertad financiera, incluso si ello implica asumir riesgos que podrían comprometer su futuro patrimonial. Para ellos, los dividendos no son solo un ingreso, sino una forma de reescribir el contrato social del trabajo y la inversión.