Coyuntura

Inflación acumulada alcanza 18,33% y genera alerta en productores y familias bolivianas

La economía boliviana enfrenta uno de sus mayores desafíos de las últimas décadas: la inflación acumulada llegó al 18,33% hasta septiembre, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Aunque la variación mensual fue de solo 0,2%, la más baja del año, expertos y sectores productivos advierten que el problema continúa golpeando de manera estructural al poder adquisitivo de las familias y a la sostenibilidad de las empresas.

El incremento de precios en alimentos y servicios básicos ha sido el principal motor de esta escalada. Productos como la carne de res, el tomate y los almuerzos registraron aumentos notables, mientras que algunos insumos básicos como la papa, la cebolla y la arveja verde tuvieron caídas que aliviaron parcialmente la presión inflacionaria. Sin embargo, la tendencia general sigue siendo preocupante: en comparación a septiembre de 2024, la inflación se multiplicó más de tres veces.

La inflación acumulada en Bolivia llegó al 18,33% hasta septiembre, triplicando la cifra del año pasado.

La situación se agrava por la escasez de combustibles, la falta de divisas y los bloqueos políticos que interrumpieron las cadenas de suministro, factores que limitan la capacidad de respuesta de la oferta interna. El Comité Multisectorial, que agrupa a sectores empresariales y productivos, advirtió que los costos de operación alcanzaron niveles críticos, comprometiendo la continuidad de la producción, el comercio y el transporte en todo el país.

Desde el INE, el director nacional Humberto Arandia reconoció que los precios comienzan a mostrar una leve desaceleración, pero insistió en que es necesario reforzar los controles en mercados para que las caídas en el tipo de cambio y en los precios internacionales de ciertos productos se reflejen en el consumo interno. En particular, cuestionó el encarecimiento sostenido de la carne pese a la mejora cambiaria.

El alza en alimentos y combustibles compromete la sostenibilidad de familias, empresas y el sector productivo.

Economistas como Bruno Sanguino y Fernando Romero alertaron que la inflación boliviana podría superar el 20% hacia fin de año, lo que representaría la tasa más alta en casi cuatro décadas. Los especialistas señalan que los efectos más inmediatos recaen en la reducción del poder adquisitivo de los hogares, el aumento de la pobreza y la inviabilidad de muchas pequeñas y medianas empresas para sostener su producción.

El vicepresidente de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO), Yamil Nacif, sostuvo que el sector productivo se encuentra en una situación crítica. Si bien la oferta ganadera creció un 22%, consideró que la política de restricciones a las exportaciones limita los ingresos nacionales y reduce la capacidad del país para aprovechar su potencial agroalimentario.

En este contexto, la inflación se consolida como uno de los principales desafíos para la estabilidad económica y social de Bolivia. Mientras las cifras oficiales muestran una tendencia a la baja en el corto plazo, las percepciones de los productores y consumidores reflejan un panorama mucho más complejo, marcado por la incertidumbre y el riesgo de una crisis prolongada.

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