Innovar o imitar: el dilema que redefine la estrategia en 2025

En el panorama empresarial de 2025, el viejo mantra “innovar o morir” comienza a ser cuestionado. Según un reciente estudio publicado por Harvard Business Review, la innovación no siempre es sinónimo de éxito; en algunos casos, imitar con inteligencia puede resultar más rentable y sostenible. Este hallazgo redefine la estrategia corporativa moderna, especialmente en un contexto donde los líderes de Recursos Humanos deben equilibrar el riesgo con la efectividad.
El artículo, elaborado por Felipe Csaszar, Rebecca Karp y Maria Roche, revela que muchas empresas priorizan la innovación sin evaluar si cuentan con las condiciones necesarias para sostenerla. “La innovación puede parecer siempre deseable, pero no todas las empresas están estructuradas para beneficiarse de ella”, señala HBR. Esta visión invita a abandonar la idea de que la innovación es un fin en sí mismo, y a considerar que la imitación estratégica, cuando se ejecuta con criterio, puede ofrecer resultados más estables y menos costosos.
La imitación no implica falta de originalidad, sino aprendizaje estratégico y capacidad de adaptación.
En el ámbito de Recursos Humanos, este enfoque cobra especial relevancia. Innovar no se limita a incorporar nuevas tecnologías o modas laborales, sino a repensar procesos, estructuras y culturas. De acuerdo con un informe de Códice Informativo, las empresas más exitosas no son necesariamente las más disruptivas, sino aquellas que combinan la innovación con la adopción de prácticas probadas en el mercado. En un entorno donde los empleados buscan propósito, flexibilidad y bienestar, la innovación efectiva en RR. HH. es aquella que se alinea con los valores y aspiraciones del talento.
El desafío central consiste en saber cuándo innovar y cuándo imitar. Innovar resulta esencial en sectores en transformación o altamente competitivos, mientras que imitar puede ser una ventaja táctica en contextos más regulados o con menor margen de error. El equilibrio entre ambas estrategias permite a las organizaciones mantenerse relevantes sin comprometer su estabilidad operativa ni su cultura interna.
La cultura organizacional es un factor decisivo en este proceso. Tal como advierte la Asociación Española de Directores de Recursos Humanos (AEDRH), una innovación desvinculada de los valores empresariales está destinada al fracaso. “Innovar sin cultura es innovar mal”, concluye su informe. La verdadera transformación ocurre cuando la cultura se convierte en el motor que impulsa el cambio, y no en un obstáculo que lo detiene. De esta manera, las empresas pueden adoptar modelos híbridos donde la innovación tecnológica y la cultura sólida coexistan de forma armónica.
La innovación puede parecer siempre deseable, pero no todas las empresas están estructuradas para beneficiarse de ella.
Por su parte, la plataforma Beehrteam destaca el valor de imitar las mejores prácticas de gestión del talento como una forma inteligente de evolucionar. Observar a los líderes del sector, adaptar sus métodos y aplicarlos según las particularidades de cada empresa puede generar una ventaja competitiva sostenida. En este sentido, la imitación no implica falta de originalidad, sino aprendizaje estratégico y capacidad de adaptación.
Otro punto clave es el aprovechamiento de la tecnología disruptiva. Según la firma Vorecol, herramientas como la inteligencia artificial, el microlearning y el análisis predictivo están redefiniendo la gestión del talento. Sin embargo, la tecnología por sí sola no garantiza éxito. Su valor real surge cuando se integra con la cultura corporativa y mejora la experiencia del empleado, convirtiendo la innovación en un proceso humano y colaborativo.
