Inteligencia artificial en la educación superior: ¿reto o oportunidad?

La irrupción de la inteligencia artificial (IA) en la educación superior ya no es un escenario hipotético: es una realidad que transforma la manera de enseñar, aprender y gestionar las universidades. Herramientas como asistentes virtuales, plataformas de evaluación automatizada o sistemas de personalización del aprendizaje se han convertido en parte de la cotidianidad de muchas instituciones. Sin embargo, este avance acelerado plantea más preguntas que respuestas. La UNESCO advierte que el verdadero desafío no radica en la tecnología en sí misma, sino en la preparación —o falta de ella— de estudiantes, docentes e instituciones para asumir este cambio de forma responsable y equitativa.
“El 58% de los universitarios no se siente preparado para un futuro laboral impactado por la inteligencia artificial.”
El informe “Los retos de la IA en la educación superior y las respuestas institucionales: ¿Hay lugar para marcos de competencias?”, elaborado por el Instituto Internacional de la UNESCO para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (IESALC), destaca varias brechas que urgen atención. Una de las más preocupantes es la falta de competencias digitales: el 58% de los universitarios no se siente preparado para un futuro laboral impactado por la IA, mientras que solo el 22% del profesorado ha incorporado estas herramientas en su práctica académica.
A este déficit de habilidades se suma la fragmentación institucional. Muchas universidades están elaborando lineamientos sobre el uso de tecnologías generativas como ChatGPT, pero estas iniciativas suelen ser aisladas y carecen de una visión sistémica. Según la UNESCO, este enfoque ad hoc limita la capacidad de las instituciones para anticipar y responder de manera efectiva a las transformaciones que la IA ya está provocando en la sociedad y el mercado de trabajo.

Un tercer punto crítico es la ausencia de un marco integral de competencias para la educación superior. Aunque existen propuestas en el ámbito escolar básico, a nivel universitario predominan iniciativas parciales, generalmente centradas en carreras STEM. El informe propone que las universidades adopten un marco más amplio que incluya tres dimensiones esenciales:
- Conocimientos: comprensión del funcionamiento y las implicaciones éticas de la IA.
- Habilidades: uso crítico y responsable de las herramientas tecnológicas.
- Actitudes y valores: compromiso con principios de equidad, transparencia y justicia.
“La IA debe ser un complemento que enriquezca el proceso educativo, no un sustituto del docente.”
El debate también se centró en la necesidad de una “pedagogía basada en IA”, no orientada únicamente a la eficiencia, sino al desarrollo del pensamiento crítico, la creatividad y la resolución de problemas complejos. Como subrayó Francesc Pedró, director del UNESCO IESALC, durante el Foro Internacional de Innovación Educativa (FIIE 2025) en Santa Cruz de la Sierra: “La IA debe ser un complemento que enriquezca el proceso educativo, liberando a los docentes de tareas rutinarias para que puedan enfocarse en lo más humano: guiar y estimular a los estudiantes”.
El mensaje de la UNESCO es contundente: las universidades no pueden postergar esta discusión. Integrar la inteligencia artificial en la educación superior exige más que recursos tecnológicos; requiere políticas públicas claras, marcos de competencias adaptados y estrategias pedagógicas que garanticen un uso equitativo y ético.

El reto no es únicamente formar profesionales capaces de manejar herramientas de IA, sino preparar ciudadanos críticos y conscientes de sus implicaciones sociales. La verdadera innovación no radica en sustituir al docente por una máquina, sino en fortalecer la sinergia entre tecnología y humanidad. De lo contrario, el riesgo es profundizar las brechas sociales y digitales existentes, en lugar de cerrarlas.
La universidad del futuro será aquella que logre equilibrar destrezas técnicas con valores humanos, ofreciendo a los estudiantes no solo herramientas, sino también principios para desenvolverse en un mundo cada vez más impulsado por la inteligencia artificial.