La apertura digital que redefine el futuro de la conectividad en Bolivia

Bolivia inicia una nueva etapa en su política de conectividad con la aprobación del Decreto Supremo 5509, una normativa que marca un giro estratégico en la forma en que el país concibe el acceso a internet. Más allá de permitir la llegada de operadores satelitales como Starlink, el decreto plantea una visión integral: reducir la brecha digital, impulsar polos tecnológicos y convertir la conectividad en un eje central del desarrollo económico y social. Se trata de una decisión que busca insertar al país en la dinámica global de la transformación digital.
Un cambio de enfoque en la conectividad nacional
Durante años, el acceso a internet en Bolivia ha estado condicionado por la geografía, la infraestructura limitada y la desigualdad territorial. El DS 5509 reconoce este rezago y redefine la estrategia nacional al abrir el mercado a tecnologías satelitales de órbita baja, una solución que permite ofrecer conexión más estable y de menor latencia, incluso en zonas rurales y de difícil acceso.
“El acceso a internet deja de ser solo un servicio y se convierte en un derecho habilitante.”
Esta apertura no solo amplía la oferta tecnológica, sino que introduce competencia y acelera la expansión de la cobertura, un elemento clave para democratizar el acceso digital y reducir las brechas históricas entre áreas urbanas y rurales.
Conectividad como derecho y motor productivo
Uno de los elementos más relevantes del decreto es su enfoque conceptual: el internet deja de ser visto únicamente como un servicio y pasa a ser considerado un derecho habilitante. La conectividad se vincula directamente con mejoras en educación, salud y seguridad, pero también con el fortalecimiento de sectores productivos estratégicos.
El acceso a internet de calidad puede transformar la forma en que operan actividades como la agricultura, la minería o la logística, facilitando el uso de datos, la trazabilidad, la automatización y la respuesta ante emergencias o desastres naturales. En este sentido, la digitalización se convierte en una herramienta transversal para el desarrollo.
Polos tecnológicos y formación de talento
El anuncio del primer polo tecnológico en El Alto, previsto para febrero de 2026, representa un hito simbólico y estratégico. No se trata únicamente de infraestructura, sino de crear ecosistemas donde confluyan capacitación, innovación y colaboración con empresas internacionales. La elección de El Alto también tiene un fuerte componente social, al apostar por una ciudad joven y dinámica como motor del cambio digital.

A esto se suma el programa de 10.000 becas tecnológicas, desarrollado junto a compañías globales como IBM, Google y Amazon Web Services. La formación en áreas como software, inteligencia artificial y ciencia de datos apunta a resolver uno de los principales desafíos de la digitalización: la falta de talento especializado. Sin capital humano preparado, la infraestructura por sí sola no genera impacto sostenible.
Inversión privada y proyección internacional
Otro eje clave del decreto es la atracción de inversión privada, especialmente en centros de datos y servicios digitales. El enfoque es claro: apostar por una economía basada en conocimiento, tecnología y servicios, más que en la explotación de recursos tradicionales. La llegada de empresas internacionales y la instalación de infraestructura digital posicionan a Bolivia como un actor emergente en el mapa regional de conectividad.
El Decreto Supremo 5509 no es solo una norma técnica, sino una señal política y estratégica. Su alcance va más allá de habilitar a Starlink u otros operadores satelitales: plantea una transformación estructural del modelo de conectividad del país. Si su implementación logra articular tecnología, formación de talento e inversión, Bolivia podría acelerar su integración digital y cerrar brechas históricas. El desafío ahora será convertir esta visión en resultados concretos y sostenibles en el tiempo.
