La Disrupción Digital de la Educación Superior en Bolivia: “Tan Cerca, pero tan lejos”
Por Ramiro Abdon Maman Laime (*)

En 2020, publicamos en esta prestigiosa revista un artículo titulado “La Universidad de la Post-pandemia: Disrupción Tecnológica en Educación Superior”. Por entonces mencionamos al prominente teórico de Harvard, Clayton Christensen, con su teoría de la innovación disruptiva, postulando que las disrupciones, en un principio, se desarrollan de manera discreta, casi invisible; pero con el tiempo alcanzan una masa crítica que transforma radicalmente el panorama.
Ciertamente, el profesor Christensen identifica la tendencia de este fenómeno disruptivo en la educación superior en sus obras posteriores: Disrupting College (2011) y The Second Wave of Disruption in Higher Education (2019), describiendo cómo las universidades tradicionales, basadas en modelos rígidos (Harvard como el ADN de la universidad tradicional), comenzaban a ver cambios menores en su estructura desde la llegada de la educación en línea. Empero no fue sino hasta la pandemia cuando la disrupción se aceleró de manera exponencial.
Este hecho aceleró la digitalización y, con ella, la disponibilidad de grandes cantidades de información y recursos académicos de alta calidad disponibles en plataformas tecnológicas impulsadas por inteligencia artificial.
Las universidades están llamadas a crear un ecosistema de contenido educativo académico (respaldado por el prestigio y reputación de universidades nacionales e internacionales) que esté disponible para estudiantes, docentes e investigadores de todas las instituciones de Educación Superior.”
Así, la industria de la Educación Superior en el mundo se aceleró, imponiendo de manifiesto un proceso disruptivo que parece transformar la manera tradicional de profesionalizar al talento humano: de un aprendizaje pasivo en un aula mediado por unos pocos docentes, a un aprendizaje activo y constante en línea, autodirigido por el estudiante y facilitado por diferentes expertos de talla mundial; pues gran parte del conocimiento y la generación de la experiencia profesionalizante ya no se encuentra en un aula, sino en un dispositivo móvil conectado a internet.
TAN CERCA PERO TAN LEJOS
Si bien el fenómeno mencionado anteriormente es mundial, en Bolivia ocurre una suerte de embotellamiento de ese proceso disruptivo universitario, ya que se genera una paradoja interesante: pese a la gran disponibilidad mundial de contenidos académicos de gran calidad, su accesibilidad aún está lejos de las grandes mayorías de jóvenes estudiantes y profesores universitarios del país: “Tan cerca del conocimiento, pero tan lejos de acceder a él”.
El hecho de estar ‘tan cerca pero tan lejos’, deja a las redes sociales y al uso superficial de la inteligencia artificial generativa (IA), como las principales fuentes más cercanas de acceso al ‘conocimiento’ para satisfacer las necesidades de estudiantes y docentes acerca de recursos educativos y de investigación.”
Ciertamente, las barreras no son solo tecnológicas, sino también económicas. Para aprovechar los contenidos académicos en línea de alta calidad, los estudiantes y docentes universitarios necesitan acceso a hardware de mayor potencia, como computadoras y dispositivos móviles de última generación, y software de pago, como las plataformas de investigación o las más prestigiosas bases de datos bibliográficos (donde se expone la frontera del conocimiento). Pero en Bolivia, estos recursos no son accesibles para una gran mayoría debido a los costos asociados con el hardware, las famosas suscripciones de software (modelo de negocio imperante en esta industria) y las dificultades para realizar pagos internacionales en línea.
EL RETO DE UN ECOSISTEMA DIGITAL DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR
El hecho de estar “tan cerca pero tan lejos”, deja a las redes sociales y al uso superficial de la inteligencia artificial generativa (IA), como las principales fuentes más cercanas de acceso al “conocimiento” (aunque con mucha publicidad y versiones “free” o de prueba) para satisfacer las necesidades de estudiantes y docentes acerca de recursos educativos y de investigación.
En este sentido, las universidades están llamadas a crear un ecosistema de contenido educativo académico (respaldado por el prestigio y reputación de universidades nacionales e internacionales) que esté disponible para estudiantes, docentes e investigadores de todas las instituciones de Educación Superior. Este enfoque colaborativo permitiría que universidades de diferentes partes del mundo, con mayor capacidad tecnológica y científica, contribuyan con aquellas que aún no tienen acceso a recursos con estas características o la producción paulatina de las mismas, además de los bajos costos por su acceso a gran escala y compartidos en el propio ecosistema.
Christensen, en Disrupting Class (2008), reflexiona sobre cómo la tecnología puede democratizar la educación, pero también advierte que una educación de calidad no solo depende del acceso a los contenidos, sino también de la forma en que éstos son estructurados y presentados.”
Este modelo refleja lo que Christensen describe en The Innovator’s Solution, cuando señala que las alianzas estratégicas pueden ser clave para hacer frente a la disrupción, creando soluciones colaborativas que combinen las fortalezas de varias partes. Al colaborar en la creación de contenido educativo de calidad, las universidades no solo mejorarían el acceso al conocimiento, sino que también fomentarían un modelo educativo más inclusivo, abierto y adaptado a las necesidades emergentes del siglo XXI.
Finalmente, es tarea de las Universidades gobernar el problema significativo de la abundancia de información, que no necesariamente se traduce automáticamente en sabiduría o conocimiento de calidad. Christensen, en Disrupting Class (2008), reflexiona sobre cómo la tecnología puede democratizar la educación, pero también advierte que una educación de calidad no solo depende del acceso a los contenidos (de toda naturaleza), sino también de la forma en que éstos son estructurados y presentados.