Coyuntura

La estabilización del dólar paralelo en Bolivia al cierre de 2025: señales de control, persistencia de brechas y desafíos estructurales

El cierre de 2025 encuentra al mercado cambiario boliviano en una etapa de relativa calma tras uno de los periodos más turbulentos de su historia reciente. Luego de meses marcados por escasez de divisas, fuertes presiones especulativas y una profunda desconfianza en la política cambiaria, el dólar paralelo concluye la gestión alrededor de Bs 9,60. Esta cifra, aunque distante del tipo de cambio oficial, representa una corrección significativa frente a los máximos históricos alcanzados durante el año y abre un nuevo capítulo en el debate económico nacional.

Durante gran parte del ciclo económico previo, la dinámica del dólar estuvo condicionada por factores estructurales: el debilitamiento de las reservas internacionales, la menor disponibilidad de divisas en el sistema financiero formal y el aumento de la demanda en mercados informales. En ese contexto, el dólar paralelo llegó a escalar hasta niveles cercanos a los Bs 19, consolidándose como referencia efectiva para amplios sectores productivos y comerciales.

Mientras tanto, el tipo de cambio oficial permaneció inalterado, generando una brecha cambiaria inédita en magnitud y duración. Esta dualidad no solo distorsionó precios y expectativas, sino que también incentivó comportamientos defensivos en empresas y hogares, como la dolarización informal de transacciones y la postergación de inversiones.

“El dólar paralelo cerró 2025 lejos de sus picos históricos, pero aún muy por encima del tipo de cambio oficial.”

El punto de inflexión se produjo en la segunda mitad de 2025, con el cambio de Gobierno y la implementación de medidas económicas orientadas a contener la volatilidad. Si bien estas acciones no eliminaron la brecha, sí lograron modificar la trayectoria del dólar paralelo, que pasó de un comportamiento explosivo a uno descendente y, posteriormente, lateral.

El cierre del año con una cotización cercana a Bs 9,5–9,6 refleja una reducción clara de la presión inmediata sobre el mercado cambiario. Analistas interpretan este fenómeno como un ajuste de expectativas más que como una solución definitiva: la menor volatilidad sugiere mayor previsibilidad, pero no implica una convergencia real entre el mercado oficial y el paralelo.

La estabilidad relativa del dólar paralelo al finalizar 2025 puede leerse como una señal positiva en términos de control de corto plazo, especialmente tras un periodo de alta incertidumbre económica. Sin embargo, la persistencia de una brecha significativa frente al tipo de cambio oficial evidencia que los desequilibrios de fondo aún no han sido resueltos.

Bolivia cierra el año con un mercado cambiario menos tensionado, pero todavía fragmentado. De cara a la próxima gestión, el principal desafío no será únicamente mantener la estabilidad alcanzada, sino avanzar hacia un esquema que reduzca la dualidad cambiaria, restablezca la confianza y permita que el tipo de cambio vuelva a cumplir su rol como ancla económica, y no como fuente permanente de distorsión.

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