Tecnología

La inteligencia artificial y el futuro del empleo: ¿quién está a salvo y quién en riesgo?

La irrupción de la inteligencia artificial (IA) está transformando con rapidez el mercado laboral. Lo que antes se consideraba una rutina estable y previsible ahora se enfrenta a un proceso de automatización acelerada. Empresas de distintos sectores ya recurren a chatbots, sistemas predictivos y herramientas de generación automática de contenidos para reducir costes y mejorar la eficiencia.

En este contexto, surge una pregunta inevitable: ¿qué empleos se mantienen seguros frente a la IA y cuáles podrían desaparecer en los próximos años? Andrew Gadomski, especialista en planificación de empleo y experto en el impacto de la tecnología en el trabajo, ofrece una visión clara: no todos los puestos están en riesgo, pero la frontera entre lo indispensablemente humano y lo automatizable nunca había sido tan evidente.

«No todos los empleos están en riesgo, pero la frontera entre lo humano y lo automatizable nunca fue tan clara.»


Existen profesiones cuyo valor radica en la empatía, la confianza o la capacidad de reaccionar en entornos imprevisibles. La IA puede complementar estos oficios, pero no sustituirlos.

  • Sanitarios y educativos: médicos, enfermeras y docentes siguen siendo insustituibles porque no basta con el conocimiento técnico; la confianza y la conexión humana marcan la diferencia. Un algoritmo puede sugerir un diagnóstico, pero no tranquilizar a un paciente ni motivar a un alumno.
  • Seguridad y emergencias: bomberos, policías o rescatistas dependen de reflejos, fuerza física y criterio en tiempo real. La IA puede anticipar riesgos, pero no reemplazar la decisión inmediata de una persona frente al peligro.
  • Oficios manuales y técnicos: electricistas, mecánicos o albañiles siguen teniendo un espacio seguro. Cada reparación es única y la precisión en contextos reales supera lo que una máquina puede ejecutar con fiabilidad.
  • Profesiones reguladas: abogados, jueces y cirujanos se encuentran protegidos por marcos normativos y por la confianza pública. Nadie aceptaría un juicio sin un letrado autorizado o una operación crítica realizada íntegramente por un robot.

En el lado contrario, las tareas rutinarias o digitales enfrentan una transformación acelerada. La IA no solo imita, sino que en muchos casos supera la rapidez y precisión humanas.

  • Traducción y transcripción: programas de voz a texto y subtitulado automático ya realizan estas tareas con gran eficacia, reduciendo la necesidad de especialistas.
  • Programación básica: asistentes como GitHub Copilot o ChatGPT pueden generar fragmentos de código, detectar errores simples y producir plantillas en cuestión de segundos.
  • Recursos humanos: la selección masiva de candidatos se apoya cada vez más en algoritmos capaces de filtrar currículums y evaluar perfiles, reduciendo la intervención humana en la primera etapa del proceso.
  • Tareas administrativas: desde la redacción de correos hasta la elaboración de informes o el ordenamiento de datos, gran parte del trabajo de oficina se automatiza mediante asistentes integrados en las plataformas de ofimática.

«La automatización no elimina trabajos por completo, pero sí redefine quién prospera en el mercado laboral del futuro.»


La llegada de la IA generativa supone un punto de inflexión. Estas herramientas no solo procesan datos, sino que crean contenidos originales: redactan artículos, diseñan imágenes, componen música o producen código. Profesiones creativas como el periodismo, la traducción, el diseño gráfico o el análisis de datos ya compiten con sistemas capaces de replicar parte de su labor.

El desafío no se limita a la desaparición de puestos, sino también a la precarización laboral. Con más competencia y costos reducidos por la automatización, los salarios en sectores vulnerables tienden a la baja. Sin embargo, quienes aprendan a colaborar con la IA pueden encontrar nuevas oportunidades. El futuro apunta menos a una sustitución total y más a un escenario híbrido donde la ventaja será de aquellos que dominen las herramientas tecnológicas.

La inteligencia artificial no eliminará todos los empleos, pero sí está redibujando el mapa laboral. Los trabajos que dependen de la empatía, la destreza física o la regulación legal tienen un margen de seguridad. En cambio, las tareas repetitivas o fácilmente digitalizables están en riesgo.

El gran reto para trabajadores, empresas y gobiernos será gestionar esta transición sin dejar atrás a millones de personas. La clave no está en temer a la tecnología, sino en aprender a convivir con ella y aprovechar su potencial como aliada.

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