Liderazgo situacional como una habilidad de dirigir según el momento

En un mundo empresarial que cambia a gran velocidad, aferrarse a un único estilo de liderazgo es como intentar navegar con una brújula fija en medio de una tormenta, lo que indica que no importa cuánto sepas, terminarás fuera de rumbo. El liderazgo situacional surge como una respuesta flexible y estratégica, capaz de adaptarse a personas, retos y entornos cambiantes.
Este enfoque parte de una premisa sencilla, pero poderosa que afirma que no existe una única forma de dirigir que funcione para todos. Un mismo líder, con el mismo equipo, puede necesitar actuar de forma completamente distinta según las circunstancias.
Orígenes de un modelo que no caduca
El concepto fue desarrollado a finales de los años 60 por Paul Hersey y Ken Blanchard, investigadores en ciencias del comportamiento y gestión empresarial. Su inquietud partía de una pregunta recurrente: ¿por qué un líder que es eficaz en una situación, puede fracasar en otra con las mismas personas?
Las personas y las situaciones cambian, y el liderazgo debe cambiar con ellas.
La respuesta que encontraron fue clara: el contexto y la madurez del equipo determinan el estilo de liderazgo más efectivo. Así nació un modelo que no se encierra en teorías rígidas, sino que ofrece un mapa dinámico para ajustar la dirección a la realidad de cada momento.
Las tres claves para entender el liderazgo situacional
Antes de actuar, un líder debe analizar tres factores:
- Competencia: Nivel de conocimiento y habilidades para ejecutar la tarea.
- Compromiso: Motivación, confianza y disposición para asumir responsabilidades.
- Contexto: Urgencia, riesgos, cultura organizacional y recursos disponibles.
Estos elementos no son estáticos. Un colaborador que hoy requiere guía constante puede, en pocos meses, trabajar de forma independiente. Por eso, la adaptabilidad es la base del modelo.
Los cuatro estilos que todo líder debe dominar
El liderazgo situacional no es cuestión de personalidad, sino de versatilidad. Implica manejar con fluidez estos cuatro estilos y saber cuándo aplicarlos:
El objetivo final es que cada persona pueda trabajar con alto nivel de independencia.
- Dirigir
Se centra en dar instrucciones precisas y supervisar de cerca. Es ideal cuando la persona no tiene experiencia en la tarea. Ejemplo: un supervisor de planta que explica paso a paso a un nuevo operario cómo cumplir con las normas de seguridad. - Persuadir
Combina guía y motivación, útil cuando el colaborador tiene nociones básicas pero necesita afianzar habilidades. Como una jefa de marketing que orienta a un diseñador junior, explicando los objetivos y celebrando cada avance. - Participar
Pone el foco en escuchar y acompañar más que en ordenar. Funciona con personas competentes pero con dudas o baja motivación. Piensa en un director de ventas que conversa con un ejecutivo veterano para buscar juntos soluciones a una caída en las cifras. - Delegar
Entrega plena autonomía a quien combina alto nivel de competencia y motivación. Es el caso de un CEO que confía a un gerente experimentado la apertura de una nueva sede, sin intervenir en las decisiones operativas.
Cómo implementar el liderazgo situacional en tu empresa
Adoptar este modelo requiere más que conocerlo: implica disciplina y observación constante. Algunas prácticas clave incluyen:
- Evaluar antes de actuar: Analiza capacidades, compromiso y entorno antes de elegir un estilo.
- Ajustar supervisión y autonomía: Más control al inicio, más libertad con la experiencia.
- Revisar el progreso: La situación de cada persona evoluciona; el liderazgo debe evolucionar con ella.
- Comunicar con propósito: Adapta tu forma de transmitir el mensaje según el estilo que estés aplicando.
- Fomentar la independencia: El objetivo final es formar personas capaces de tomar decisiones acertadas sin supervisión constante.
Liderar es adaptarse
El liderazgo situacional ha demostrado su vigencia durante más de cinco décadas porque no se limita a recetas universales, sino que reconoce que las personas cambian, los retos se transforman y los entornos son impredecibles.
El liderazgo no es uno solo: son varios estilos, confluyendo en una misma persona y responsabilidades.
Los líderes que lo practican con coherencia y sensibilidad no solo logran mejores resultados, sino que desarrollan equipos resilientes, autónomos y preparados para afrontar cualquier escenario. En un mundo donde lo único constante es el cambio, liderar situacionalmente no es una opción, es una necesidad estratégica.