Coyuntura

Productores al borde del colapso: la crisis del diésel en Bolivia

La escasez de diésel en Bolivia ha dejado al sector productivo en una situación crítica. En el norte cruceño y Beni, los agricultores enfrentan demoras de hasta un mes para abastecer sus maquinarias, lo que amenaza directamente la campaña agrícola. En este contexto, productores han comenzado a considerar la importación privada de combustible como única salida, aunque se topan con barreras burocráticas, elevados costos y falta de divisas.

El problema no es nuevo. Desde hace meses, los productores agrícolas reportan dificultades crecientes para acceder al diésel, indispensable para el funcionamiento de tractores, cosechadoras y camiones. La Asociación de Productores de Oleaginosas de Beni (Adepo) alertó que el 60% de la maquinaria se encuentra paralizada en filas interminables de surtidores. Esta parálisis compromete directamente la siembra de arroz y otros cultivos estratégicos para la seguridad alimentaria del país.

“El 60% de la maquinaria agrícola está paralizada en los surtidores por la falta de diésel.”

Ante la falta de soluciones inmediatas, algunas organizaciones plantean la importación directa de diésel, aunque esta alternativa resulta compleja. Los trámites ante la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH) y la Dirección de Sustancias Controladas requieren gestiones internacionales, pagos en dólares y logística de transporte, lo cual excede la capacidad de pequeños y medianos productores. Además, quienes ya lograron importar enfrentan precios que superan los Bs 13 por litro, un valor insostenible que, de trasladarse al mercado interno, encarecería los alimentos y elevaría la inflación.

La situación ha derivado en medidas de presión. Los arroceros de Beni anunciaron un “tractorazo” en Trinidad, con bloqueo de oficinas de la ANH, Sustancias Controladas y YPFB, exigiendo permisos de importación y cisternas móviles para garantizar el abastecimiento. Según el sector, se requieren al menos 7 millones de litros de diésel para iniciar la siembra de arroz el 25 de septiembre.

Mientras tanto, las autoridades aseguran que la crisis se resolverá en octubre. El viceministro de Políticas de Industrialización, Luis Siles, admitió que la oferta actual no cubre la demanda productiva, aunque afirmó que se trabaja con YPFB y el Ministerio de Hidrocarburos para priorizar el abastecimiento del sector agroalimentario. La ANH, por su parte, anunció mejoras en el sistema B-SISA para controlar de manera más eficiente la distribución.

La crisis del diésel expone la vulnerabilidad de la producción agrícola boliviana frente a la dependencia de combustibles subsidiados y la fragilidad logística del suministro. Mientras los productores claman por soluciones inmediatas y exigen mayor flexibilidad para importar, el Gobierno promete estabilizar el abastecimiento en cuestión de semanas. Sin embargo, la pregunta de fondo persiste: ¿podrá Bolivia garantizar un suministro estable de energía para su sector productivo o se repetirá el ciclo de escasez que amenaza la seguridad alimentaria y la competitividad agrícola del país?

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