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Unifranz: la educación que impulsa la inclusión laboral en Bolivia

En un contexto donde la inclusión laboral aún enfrenta grandes desafíos en Bolivia, la Universidad Franz Tamayo (Unifranz) se posiciona como un referente en la promoción de la igualdad de oportunidades. Su reciente reconocimiento con el Sello de Inclusividad, otorgado por el Ministerio de Trabajo y la Fundación Munasim Kullakita, no solo celebra un logro institucional, sino que refleja un cambio de paradigma: la construcción de espacios laborales verdaderamente diversos e integradores.

El Sello de Inclusividad simboliza un esfuerzo colectivo por superar las barreras que históricamente han limitado la participación de personas en situación de vulnerabilidad en el ámbito laboral. En el caso de Unifranz, este reconocimiento no se reduce al cumplimiento normativo —como la incorporación obligatoria del 2% de personas con discapacidad en las planillas laborales—, sino que representa un compromiso activo por superar esas cifras y transformar la cultura organizacional desde dentro.

“El Sello de Inclusividad valida una cultura que pone la diversidad en el centro del propósito educativo.”

Según el Viceministro de Empleo, Gonzalo Zambrana Ávila, el caso de Unifranz es un ejemplo tangible de cómo una institución educativa puede entender y adaptar su entorno para garantizar que las personas con discapacidad no solo sean contratadas, sino también integradas en condiciones dignas y equitativas. Esta práctica responde a una visión más amplia: la de una universidad que reconoce el talento sin etiquetas y apuesta por la empatía como base de su gestión.

La inclusión en Unifranz no se limita a políticas o protocolos. Forma parte de una filosofía institucional que considera la diversidad como un valor esencial. Sus procesos de selección son diseñados para ser transparentes y justos, asegurando que las capacidades y méritos prevalezcan por encima de cualquier condición física o social. De esta manera, la universidad se convierte en un modelo de gestión humana que pone la equidad al centro de su propósito educativo.

Más allá de los reconocimientos, esta estrategia representa una respuesta práctica a una realidad nacional. En Bolivia, gran parte de las organizaciones privadas aún no logran cumplir con los estándares mínimos de inclusión establecidos por ley. Frente a este panorama, iniciativas como las de Unifranz demuestran que la inclusión no es una carga administrativa, sino una oportunidad para fortalecer la innovación, la productividad y la cohesión social dentro de las instituciones.

El reconocimiento a Unifranz es más que un símbolo: es la validación de una cultura que entiende que el cambio social comienza en los espacios de trabajo y educación. Al integrar la inclusión como parte de su ADN institucional, la universidad no solo transforma su entorno interno, sino que inspira a otras entidades a seguir el mismo camino.

La verdadera revolución educativa no se mide en rankings ni acreditaciones, sino en la capacidad de formar y emplear a personas con distintas realidades, talentos y perspectivas. En ese sentido, Unifranz demuestra que la inclusión no es una meta, sino una manera de construir país.

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