MANAGEMENT EMPRESARIAL

El gran vacío de la ciberseguridad en Latinoamérica: la urgencia de formar a los empleados

En plena era digital, donde la información se ha convertido en el activo más valioso de las organizaciones, la ciberseguridad emerge como un pilar estratégico indispensable. Sin embargo, un reciente estudio de Kaspersky pone en evidencia una realidad preocupante: el 47 % de las empresas en Latinoamérica no capacita a sus empleados en seguridad informática.

Esta cifra refleja una vulnerabilidad estructural que trasciende la tecnología: la falta de preparación humana frente a un entorno digital cada vez más complejo y hostil. En un contexto donde uno de cada tres ataques cibernéticos comienza con el robo de credenciales de empleados, la ausencia de formación convierte al factor humano en el eslabón más débil de la cadena corporativa.

Los ataques de phishing siguen encabezando las tácticas más utilizadas por los criminales digitales. Mediante correos electrónicos o mensajes personalizados, los estafadores suplantan identidades de ejecutivos, departamentos internos o socios comerciales para obtener acceso a información sensible, credenciales o transferencias financieras.

Hoy, estas amenazas se potencian con el uso de Inteligencia Artificial generativa, capaz de imitar estilos de redacción y generar mensajes aún más convincentes. Este nuevo escenario exige que las empresas pasen de la simple instalación de sistemas de seguridad a la formación activa y continua de sus colaboradores.

“El 47 % de las empresas en Latinoamérica no capacita a sus empleados para detectar estafas en línea.”

“Cada trabajador representa un frente de defensa esencial. Invertir en su capacitación no solo protege los sistemas, sino que fortalece la resiliencia general de la organización”, señala Claudio Martinelli, Director General de Kaspersky para las Américas.

Las empresas que apuestan por la concientización digital logran reducir drásticamente los incidentes. La capacitación debe involucrar a todos los niveles organizativos, desde la alta dirección hasta el personal operativo. Los temas prioritarios incluyen:

  • Protección de cuentas y contraseñas seguras.
  • Seguridad en el correo electrónico y navegación web.
  • Cumplimiento de normas de protección de datos y privacidad.

Además, los especialistas recomiendan implementar simulacros de phishing que permitan medir la capacidad de respuesta de los empleados y reforzar la alerta frente a amenazas reales.

“Cada colaborador es un frente de defensa crítico ante las amenazas digitales.”

Otro factor clave es fomentar la cultura del reporte, donde cada trabajador se sienta empoderado para informar sobre mensajes o enlaces sospechosos. Este hábito, impulsado desde el liderazgo, puede marcar la diferencia entre un intento frustrado y una filtración masiva.

Las pérdidas por ataques cibernéticos no solo se traducen en daños económicos o sanciones regulatorias. También erosionan la confianza de los clientes y socios, afectando la reputación y competitividad de las empresas.

Por ello, los expertos subrayan la necesidad de establecer políticas de seguridad orientadas a las personas, con protocolos claros, controles de acceso y responsabilidades definidas. La tecnología, aunque indispensable, no puede reemplazar el juicio humano ni la cultura organizacional basada en la prevención.

“El phishing sigue siendo una de las tácticas de fraude más utilizadas en la región.”

Combinar soluciones tecnológicas avanzadas con educación constante es la fórmula más efectiva para reducir la dependencia del factor humano y construir entornos digitales más seguros y sostenibles.

La evidencia es clara: la principal vulnerabilidad no está en los sistemas, sino en la falta de conocimiento. La ciberseguridad no debe considerarse un tema exclusivo del área técnica, sino una responsabilidad compartida que involucra a toda la estructura corporativa.

Capacitar, concientizar y liderar con el ejemplo son pasos esenciales para transformar a los empleados —de potenciales víctimas— en la primera línea de defensa digital. Solo así Latinoamérica podrá cerrar la brecha de preparación y fortalecer su posición frente a los desafíos del nuevo panorama tecnológico.

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