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Pringles apuesta por la sorpresa: cómo las Blind Boxes transforman la experiencia del consumidor

Las Blind Boxes han pasado de ser un fenómeno de nicho a convertirse en un recurso clave dentro del marketing contemporáneo. Lo que antes era una práctica común en comunidades coleccionistas asiáticas hoy influye en categorías tan diversas como la moda, los juguetes, la tecnología y, sorprendentemente, los snacks. En este contexto, Pringles decide expandir su propuesta y llevar la experiencia del consumidor más allá del sabor, integrando misterio, diseño y cultura pop en un solo producto.

Las Blind Boxes se han consolidado por su capacidad de transformar una compra en una experiencia emocional. Marcas como Funko, Lego, Tokidoki o Pop Mart han demostrado que el valor del misterio y la expectativa puede superar incluso al del producto final. Este fenómeno se sostiene en tres ejes clave: la emoción de descubrir lo desconocido, la motivación por completar una colección y la influencia de las redes sociales, donde miles de unboxings convierten estas dinámicas en entretenimiento global.

Ese mismo espíritu impulsó a Pringles a lanzar su caja “Once You Pop”, que incluye dos latas —una de sabor sorpresa— y uno de los seis llaveros coleccionables Pringamabobs. La colección apuesta por diseños tiernos y humorísticos basados en juegos de palabras como Snaxolotl, Puptato, Pringypus, Crunchback Whale o Crispybara, piezas pensadas para un público que disfruta de objetos divertidos, estéticos y compartibles.

Al integrar un componente coleccionable, Pringles ya no solo vende un snack: ofrece una microexperiencia que combina nostalgia, entretenimiento y estética visual. Esto se alinea con la tendencia global donde los consumidores buscan productos que puedan documentar, mostrar y disfrutar más allá de su uso principal.

La incorporación de Pringles al universo de las Blind Boxes evidencia cómo las marcas están respondiendo a un consumidor que valora más la experiencia que el objeto en sí. Este tipo de estrategias gana relevancia porque fusiona sorpresa, diseño y participación digital, elementos especialmente atractivos para públicos jóvenes que crecieron rodeados de coleccionables y cultura pop.

Todo indica que las Blind Boxes seguirán expandiéndose hacia nuevas categorías, y el caso de Pringles demuestra que incluso productos tan cotidianos como unas papas fritas pueden reinventarse mediante propuestas interactivas. La clave estará en cómo las marcas continúen integrando creatividad, nostalgia y elementos lúdicos para mantenerse relevantes en un mercado donde la sorpresa se ha convertido en un valor esencial.