China convierte la furia de los tifones en energía limpia: la nueva frontera eólica del siglo XXI

Durante siglos, los tifones han sido sinónimo de devastación para las costas del sudeste asiático. Estas tormentas tropicales, capaces de alcanzar velocidades superiores a los 200 km/h, solían representar destrucción y pérdidas humanas y económicas incalculables. Sin embargo, en una muestra de ambición tecnológica sin precedentes, China está aprendiendo a convertir esa misma fuerza destructiva en una fuente inagotable de energía limpia.
En la provincia de Guangdong, al sur del país, se levanta un horizonte distinto: cientos de turbinas eólicas marinas se extienden a lo largo del mar Meridional de China. Estas estructuras monumentales —algunas tan altas como un edificio de 30 pisos— reflejan la visión del gigante asiático de alcanzar un equilibrio entre desarrollo y sostenibilidad. Hoy, Guangdong concentra cerca del 15% de todas las turbinas eólicas marinas del planeta, y el plan es duplicar esa cifra antes de 2030.
Ingeniería contra los elementos
El gran reto no está en instalar turbinas, sino en lograr que resistan y aprovechen la fuerza de los tifones. Estos fenómenos meteorológicos, equivalentes a los huracanes en el Atlántico, ponen a prueba la ingeniería moderna con ráfagas de hasta 290 km/h.
Para enfrentar este desafío, China ha desarrollado una nueva generación de turbinas “tipo tifón”, capaces de soportar vientos promedio de 198 km/h durante diez minutos sin colapsar. Aunque los estándares internacionales de la Comisión Electrotécnica Internacional (IEC) establecen parámetros similares, las empresas chinas han ido más allá, creando modelos que no solo sobreviven a las tormentas, sino que también las aprovechan como fuente temporal de energía.
Cada turbina que resiste un tifón simboliza no solo el poder de la ingeniería, sino también una nueva forma de pensar: una civilización capaz de coexistir con las fuerzas naturales.
Uno de los ejemplos más emblemáticos es el modelo OceanX, creado por la empresa Mingyang Smart Energy. Su diseño flotante sostiene dos turbinas que giran en direcciones opuestas, generando hasta un 4,3% más de electricidad que las convencionales. Este innovador sistema, anclado al fondo marino, puede rotar libremente para alinearse con el viento y reducir la presión durante un tifón, mientras su base de concreto ultrarresistente —cuatro veces más fuerte que el tradicional— garantiza la estabilidad ante olas y ráfagas extremas.
Durante el paso del súper tifón Yagi, en 2024, OceanX demostró su efectividad al resistir vientos de 133 km/h sin sufrir daños. Más cerca del ojo del tifón, 47 turbinas fabricadas por Goldwind soportaron ráfagas de 161 km/h y lograron generar 2,1 gigavatios-hora (GWh) en apenas nueve horas: energía suficiente para abastecer a casi 800 hogares británicos durante un año.
La ciencia detrás del control
El avance tecnológico de China en energía eólica marina no solo depende de materiales avanzados, sino también de la inteligencia predictiva. Sistemas de monitoreo en tiempo real y alertas tempranas permiten ajustar automáticamente el ángulo de las aspas o la orientación de las torres antes de que llegue el tifón.
Durante el paso del tifón Ragasa en septiembre de 2025, los equipos de Goldwind proyectaron su trayectoria cinco días antes del impacto y elaboraron planes personalizados para más de 260 turbinas. Gracias a esas estrategias preventivas, las instalaciones resistieron ráfagas de hasta 144 km/h y sobrevivieron sin daños mayores, incluso cuando la dirección del viento cambió 150 grados en solo 15 minutos.
El secreto, según expertos como Zhu Ronghua, director del Laboratorio de Energía Eólica Marina Yangjiang, está en diseñar turbinas que aprendan de la naturaleza, no que la enfrenten. “El objetivo no es solo resistir el tifón, sino aprovechar su energía antes de que llegue”, asegura.
Una oportunidad ante el cambio climático
Paradójicamente, el aumento en la frecuencia e intensidad de los tifones —provocado por el calentamiento global— podría acelerar el desarrollo de esta tecnología. Estudios recientes muestran que el número de ciclones que se intensifican rápidamente cerca de las costas se triplicó entre 1980 y 2020, lo que obliga a las empresas a innovar con urgencia.
China planea conectar 170 gigavatios (GW) adicionales de energía eólica marina a su red eléctrica durante la próxima década, y un 60% de esa capacidad se ubicará en zonas propensas a tifones. Eso equivale a más del doble de toda la capacidad eólica marina actual del mundo.
El objetivo no es solo resistir el tifón, sino aprovechar su energía antes de que llegue.
Aunque los desafíos persisten —como el riesgo de fallas estructurales, la complejidad de las reparaciones en mar abierto o la necesidad de infraestructuras eléctricas más robustas—, la experiencia china está sentando las bases para un nuevo estándar global. Países del sudeste asiático y regiones propensas a huracanes ya observan de cerca este modelo, que podría aplicarse también en Filipinas, Japón o incluso el Golfo de México.
Transformar la destrucción en progreso
En la batalla entre humanidad y naturaleza, China está demostrando que la innovación puede convertir el caos en oportunidad. Lo que antes era una amenaza climática hoy se perfila como una fuente inagotable de energía limpia y resiliente.
Cada turbina que resiste un tifón simboliza no solo el poder de la ingeniería, sino también una nueva forma de pensar: una civilización capaz de coexistir con las fuerzas naturales, aprendiendo de ellas y utilizándolas para impulsar su futuro.
Si la humanidad logra dominar esta tecnología, quizás en las próximas décadas veamos un mundo donde los vientos que antes destruían ciudades sean los mismos que enciendan las luces de millones de hogares.