SAPIENSIA Y EXPERIENCIA

¿Cómo enseñar y aprender la teoría en la educación universitaria?

La universidad tiene tres áreas: la investigación, la docencia y la interacción social. Su principal característica es la formación científica de los estudiantes en las diferentes disciplinas organizadas en facultades y carreras. En tal sentido, cada ciencia tiene entre sus componentes fundamentales un cuerpo teórico específico que la sustenta como tal. Esto es lo que se llama teorías científicas.

Por consiguiente, se cuestiona ¿cómo enseñar teoría científica en el ámbito universitario? Al respecto, hay dos posiciones que no necesariamente son irreconciliables: 1) La enseñanza universitaria, al igual que todo proceso formativo puede recurrir a herramientas didácticas que faciliten los procesos de aprendizaje de los universitarios (Agost, 2008; Pozo, 2009; Maquilón ,2003), 2) la ciencia no puede/no debe ser “didactizada”; es decir, no se trata de enseñar la ciencia sino de explicarla; de igual forma, no se trata de aprenderla sino de comprenderla (Sánchez-Parga, 2003).

En esa perspectiva, explicar la teoría a los estudiantes universitarios no resulta fácil. Por ello, en asignaturas de corte teórico, la interpretación se plantea como un problema, más aún si se cuenta con un gran número de estudiantes en aula. Esa dificultad lleva a pensar en metodologías que faciliten la adquisición de esos conocimientos (Agost, 2008).

La clave de la calidad de la enseñanza y aprendizaje de las teorías científicas es la planificación. Por ello, cada docente debe cuestionar ¿cuánto tiempo dedico a pensar en cómo enseñar, a buscar recursos interesantes y pertinentes al campo disciplinar? (Anijovich y mora, 2010). Entonces, la planificación debe realizarse, por lo menos, con un mes de anticipación para que una clase salga mucho mejor que lo planificado un día antes.

Evidentemente, hay ciertas maneras de enseñar las teorías, las cuales suelen ser diferentes de las prácticas. En una materia que es más teórica, las clases tienen que ser más reflexivas y en otras, de carácter más práctico, tiene que hacer más el estudiante, pero no es absoluto, se tiene que pensar, reflexionar en torno a lo que se hace; es decir, la acción y la reflexión van juntas. De manera que, en algunas asignaturas se prioriza más la reflexión y en otras se enfatiza más la acción. Lo cierto es que, al enseñar teorías se debe pensar en que son solo las bases que sirven de guía para realizar ciertos proyectos. Por tanto, se debe enseñar aquellas teorías más relevantes para el desempeño profesional, para que los estudiantes vean para qué y por qué les va a ser útil. Porque, cuando uno va a trabajar, no todo lo que ha leído o ha aprendido puede aplicar.

A partir de ello, es fundamental reconocer que en nuestro medio social la teoría goza de desprestigio, se busca siempre la manera práctica. Lo que es “teórico” es algo que se asemeja a lo inútil o infructuoso. Además, teoría y práctica se las suele ver como antagónicas, separadas, radicalmente diferentes. Pueden estar relacionadas, pero por lo general se las ve como ámbitos distintos. Paradójicamente, una de las personas más valoradas en los medios educativos es el famoso físico Albert Einstein; a él pertenece la frase “no existe mejor práctica que una buena teoría”.

La teoría se suele considerar un conjunto de hipótesis referidas a un ámbito de la realidad que se desea explicar; para ello se establecen ciertas reglas que permiten extraer conclusiones a partir de las hipótesis formuladas. De tal forma que la ciencia busca, a través de la(s) teoría(s), incidir en la realidad de estudio, primero, mediante la comprensión de los fenómenos y, luego, mediante su aplicación práctica. La frase de Einstein permite pensar en el valor que tiene la teoría para lograr objetivos prácticos. En este sentido, la enseñanza y el aprendizaje de los sistemas teóricos en el ámbito universitario no debería considerarse un “mal menor” o algo que hay que soportar irremediablemente, sino la posibilidad de aprender a elaborar teorías que den cuenta de la realidad. Ello implica dejar de pensar la enseñanza de la teoría como paquetes conceptuales que el estudiante debe aprender a repetir y/o memorizar; sino como herramientas y modelos básicos de elaboración de teorías de distinto alcance en manos de los estudiantes.

Para enseñar y aprender las teorías en el ámbito de la educación universitaria, se buscan metodologías orientadas a lograr aprendizajes y comprensiones significativas de los contenidos teóricos; entre las más sugeridas en referencia a la enseñanza de las teorías están:

  • El aprendizaje cooperativo
  • El trabajo de campo
  • Grupo de expertos
  • Técnica de la rejilla

En referencia al aprendizaje de las teorías, se requiere de los estudiantes tres tipos de acciones (Pozo, 2008):

  • Planificar sus aprendizajes ¿qué quiero encontrar?
  • Supervisar sus propias acciones mientras las realizan ¿estoy comprendiendo?
  • Autoevaluación ¿lo he hecho bien?

Estas y otras metodologías y acciones permiten aplicar las formulaciones teóricas a través de actividades didácticas en la que se fortalece la participación activa de los educandos desde la asimilación, comprensión y dominio de los contenidos teóricos, aplicándolos a realidades sociales actuales, usando sus conocimientos para resolver problemas (sociales, científicos, comunicacionales y otros) en el mundo actual.

En este sentido, lo más importante es entender que la ciencia y sus teorías no se enseñan ni se aprenden, sino que se explican y se comprenden. Ello sin desmedro de que se pueda echar mano de diversos recursos didácticos que faciliten tal explicación y, por consiguiente, comprensión. En definitiva, para mí, enseñar la teoría es desafiar a los educandos a que piensen su práctica desde la práctica social, y con ellos, en búsqueda de esta comprensión, estudiar rigurosamente la teoría de la práctica.

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