El cambio climático amenaza la producción de soya en Bolivia y preocupa al sector agrícola

El cambio climático se ha consolidado como la mayor amenaza para la producción de soya en Bolivia, generando una creciente preocupación entre productores y especialistas del sector agrícola. Las variaciones extremas en las lluvias, el aumento de temperaturas y la mayor frecuencia de sequías e inundaciones afectan de manera directa los rendimientos, comprometiendo la seguridad alimentaria y la competitividad de este cultivo estratégico para la economía nacional.
Bolivia es actualmente uno de los principales productores de soya en Sudamérica, con una fuerte presencia en mercados de exportación y un peso determinante en la generación de empleos y divisas. Sin embargo, los impactos del clima han comenzado a alterar el ciclo de siembra y cosecha. Productores advierten que las lluvias irregulares, sumadas a la falta de agua en temporadas críticas, han reducido la calidad del grano y encarecido los costos de producción.
Las lluvias irregulares y la falta de agua en temporadas críticas ya redujeron la calidad del grano.
Técnicos agrícolas señalan que la soya, al ser un cultivo sensible a cambios en la humedad del suelo y a variaciones de temperatura, se ha convertido en un indicador de la vulnerabilidad del sector agropecuario frente al cambio climático. A esto se suma la presión por plagas y enfermedades que encuentran condiciones favorables en ambientes más cálidos, generando la necesidad de mayor inversión en insumos y tecnologías de control.
Las asociaciones de productores en Santa Cruz, epicentro de la soya boliviana, han manifestado que la situación requiere acciones urgentes. Reclaman políticas públicas enfocadas en la adaptación al cambio climático, incentivos para prácticas agrícolas sostenibles y la promoción de investigación científica que permita desarrollar semillas más resistentes y sistemas de riego eficientes.
La lucha contra el cambio climático debe ser prioridad nacional, ligada a la seguridad alimentaria y al desarrollo sostenible.
Asimismo, el sector privado y académico plantean que la innovación y la tecnología serán claves para enfrentar el desafío. El uso de biotecnología, la rotación de cultivos y la implementación de modelos de agricultura climáticamente inteligente son alternativas que ya se discuten como caminos viables para sostener la producción en el mediano y largo plazo.
Más allá de la rentabilidad económica, la soya representa una fuente de empleo y sustento para miles de familias en el oriente boliviano. Por ello, los productores insisten en que la lucha contra el cambio climático debe ser abordada como una prioridad nacional que trascienda lo productivo y se vincule con la seguridad alimentaria, la estabilidad social y el desarrollo sostenible.