El FMI alerta sobre un 2025 crítico para Bolivia: bajo crecimiento y presión inflacionaria

El más reciente informe de Perspectivas Económicas Mundiales del Fondo Monetario Internacional (FMI) dibuja un panorama preocupante para Bolivia en 2025. Con una proyección de crecimiento económico de apenas 0,6% y una inflación que superaría el 20%, el país se posiciona entre las economías más rezagadas de la región, enfrentando el riesgo real de una estanflación, es decir, el estancamiento de la producción acompañado de una escalada persistente de precios.
De acuerdo con el informe, mientras América Latina en su conjunto alcanzaría un crecimiento promedio del 2,4%, Bolivia solo superaría a Venezuela y Haití, economías que registran los desempeños más negativos del continente. La falta de proyecciones oficiales para los próximos años refuerza la incertidumbre sobre el rumbo de la política económica nacional.
“El país enfrenta un riesgo real de estanflación: bajo crecimiento y precios en alza de manera simultánea.”
La inflación proyectada del 20,8% sitúa al país como la cuarta economía más inflacionaria de la región, detrás de Venezuela, Argentina y Haití. En contraste, el promedio regional se mantendría en 7,6%, con una tendencia descendente hacia el 2030.
El economista Fernando Romero advierte que Bolivia enfrenta un cuadro de estanflación inminente, donde la falta de equilibrio fiscal y monetario podría derivar en un escenario recesivo si no se aplican ajustes oportunos. Además, el experto señala que la ausencia de proyecciones a largo plazo podría responder a la escasa transparencia de los indicadores macroeconómicos o a la inestabilidad política y financiera que atraviesa el país.

En este contexto, las estrategias de los futuros líderes políticos serán determinantes. Mientras algunos sectores promueven recurrir al FMI como fuente de liquidez y financiamiento externo, otros apuestan por reformas fiscales internas que prioricen la eficiencia en el gasto público y reduzcan la dependencia de organismos multilaterales.
El 2025 se perfila como un año decisivo para la economía boliviana. La combinación de bajo crecimiento, inflación alta y falta de inversión representa un desafío estructural que exigirá decisiones firmes en materia de política económica.
La respuesta del próximo gobierno —ya sea mediante alianzas financieras internacionales o reformas internas profundas— marcará la diferencia entre una recuperación gradual o la consolidación de una crisis prolongada en el país.