Coyuntura

La paradoja migratoria de Trump: su empresa depende de trabajadores extranjeros

Mientras el expresidente Donald Trump refuerza su discurso contra la inmigración irregular y promueve políticas cada vez más restrictivas, su conglomerado empresarial continúa beneficiándose de los mismos mecanismos migratorios que su retórica critica. La Organización Trump ha recurrido de manera constante a programas de visas temporales para abastecer de personal a sus clubes de golf, su famoso resort Mar-a-Lago y su bodega en Virginia. Esta situación plantea una paradoja que resalta las tensiones entre la política migratoria oficial y las prácticas empresariales privadas del exmandatario.

Desde 2008, las empresas controladas por Trump han solicitado la contratación de al menos 1.880 trabajadores extranjeros mediante visas temporales. Solo durante su primer mandato presidencial, 382 empleados fueron incorporados bajo estos programas, y en 2024, la cifra anual alcanzó un récord con 178 solicitudes. La tendencia continúa en 2025, con la contratación anunciada de 31 trabajadores temporales para su bodega en Virginia, quienes desempeñarán tareas entre febrero y octubre, principalmente en labores agrícolas y de hostelería.

En 2025 ya se han contratado 31 trabajadores extranjeros para su bodega en Virginia.

Estos empleos incluyen roles como camareros, amas de llaves, cocineros y personal de mantenimiento, con salarios que oscilan entre 14,17 y 23,01 dólares por hora. Si bien estas contrataciones cumplen con todos los requisitos legales —pues se canalizan a través de los programas H-2A (agrícola) y H-2B (turismo y servicios)—, el contraste con el discurso público del expresidente genera controversia y críticas.

En una reciente publicación en la red Truth Social, Trump reconoció que sus políticas migratorias están generando dificultades para retener a trabajadores con experiencia en sectores como la agricultura y la hospitalidad. Sin embargo, en el mismo mensaje arremetió contra los migrantes irregulares, asociándolos con la delincuencia y defendiendo una postura aún más rígida de deportaciones y control fronterizo.

La organización Trump ha solicitado más de 1.800 trabajadores extranjeros desde 2008, incluso durante su presidencia.

Resulta llamativo que, pese a las protestas contra la política migratoria en varias ciudades —incluidas recientes manifestaciones en Los Ángeles—, el propio Trump mantenga una estrategia empresarial basada en mano de obra extranjera. Esta contradicción no es nueva. En 2019, por ejemplo, su club de golf en Bedminster despidió a una docena de trabajadores indocumentados justo cuando su administración intensificaba redadas de inmigración.

Cabe recordar que las leyes estadounidenses permiten contratar trabajadores temporales cuando no se consiguen empleados locales para ciertos puestos. No obstante, las cifras hablan por sí solas: Trump ha utilizado este recurso incluso en contextos de bajo desempleo, como en Florida, donde en julio de 2024 la tasa era apenas del 3,3 %

Mientras se queja de la falta de mano de obra, Trump continúa contratando migrantes para Mar- a – Lago y sus clubes.

La estrategia de la Organización Trump revela una realidad incómoda: en sectores como la agricultura, la hostelería y el turismo, la economía estadounidense aún depende en gran medida de la mano de obra extranjera, incluso cuando desde la política se promueve lo contrario. La paradoja de Trump, empresario y político, abre un debate sobre la coherencia entre el discurso y la acción, así como sobre los límites de la autosuficiencia laboral dentro de un sistema globalizado.

Mientras tanto, su empresa sigue creciendo: con un patrimonio estimado por Forbes en 5.400 millones de dólares, buena parte de esos ingresos provienen de negocios que, sin mano de obra extranjera, probablemente no podrían operar con la misma eficiencia.

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