Meta y la paradoja de los equipos estelares en la carrera por la inteligencia artificial

Meta Platforms, bajo el liderazgo de Mark Zuckerberg, está apostando a lo grande en el terreno de la inteligencia artificial. Su estrategia: reunir a las mentes más brillantes de OpenAI, DeepMind y Anthropic en un laboratorio de “superinteligencia” que busca alcanzar —y quizás superar— las capacidades humanas. Sin embargo, la historia y la investigación en gestión de equipos advierten que concentrar tanto talento en un solo lugar no siempre garantiza el éxito. Al contrario, podría convertirse en uno de los mayores desafíos de liderazgo de esta década.
El atractivo y el riesgo de los “supergrupos”
La lógica detrás de la estrategia de Meta es clara: si los mejores cerebros del sector trabajan juntos con recursos prácticamente ilimitados, el avance hacia la inteligencia artificial general se acelerará. Pero, como en los deportes, juntar a muchas estrellas en un mismo equipo puede derivar en choques de egos, falta de cohesión y conflictos internos que reducen la efectividad.
“Zuckerberg deberá convertir un grupo de estrellas en un equipo que realmente funcione.”
Estudios clásicos como los de Meredith Belbin en los años setenta y las investigaciones más recientes de la Harvard Business School demuestran que cuando los equipos se conforman solo con individuos altamente competitivos, suelen aparecer rivalidades, discusiones interminables y dificultades para tomar decisiones. En otras palabras: demasiado talento sin la gestión adecuada puede ser más un obstáculo que una ventaja.
El reto de Zuckerberg y sus gestores
Meta ha confiado el manejo de este grupo de élite a Alexandr Wang, fundador de Scale AI, y a Nat Friedman, exCEO de GitHub. Ellos deberán crear no solo un equipo técnicamente brillante, sino también una comunidad de trabajo cohesionada. La clave estará en tres aspectos:

- Definir roles claros para evitar la sensación de amenaza entre expertos con habilidades similares.
- Establecer jerarquías y procesos de decisión transparentes, incluso si eso rompe con la idea romántica de igualdad absoluta.
- Fomentar la confianza y la colaboración, construyendo un propósito común que supere los intereses individuales.
Estos principios, respaldados por décadas de investigación, rara vez se aplican con el rigor necesario en entornos de alta presión. El tiempo juega en contra de Meta, que busca alcanzar a rivales como OpenAI y Google en cuestión de meses.
“La verdadera ventaja de un equipo no está solo en sus habilidades, sino en cómo colabora.”
Dinámicas invisibles: dinero y justicia
A este panorama se suma un factor que no puede pasarse por alto: el dinero. Los paquetes de compensación que superan los 200 millones de dólares han generado titulares y podrían complicar la integración del equipo. La percepción de injusticia entre empleados veteranos y recién llegados puede erosionar la moral interna, un riesgo del que ya han advertido expertos y ejecutivos de la industria.
Meta está librando una batalla decisiva para definir el futuro de la inteligencia artificial. Pero su éxito dependerá menos de cuánto talento logre reclutar y más de cómo gestione ese talento. La historia de los equipos “soñados” muestra que la excelencia individual no garantiza resultados colectivos. Zuckerberg no solo deberá ganar la guerra tecnológica; también deberá superar el reto humano más complejo: convertir un grupo de estrellas en un equipo que funcione.