¿Se imaginan cuánto más se podría hacer?
Pese a la alta conflictividad que vivió el país, la gestión 2022 resultó positiva para el comercio exterior boliviano: hasta noviembre, las exportaciones, sin efectos personales ni reexportaciones, llegaron a 12.556 millones de dólares, por su parte, las importaciones sumaron 11.855 millones, dejando un poco más de 700 millones de dólares de excedente, avizorándose un segundo año consecutivo de superávit comercial. ¿Se imaginan cuánto más se podría hacer con un país en paz y con buenas políticas públicas?
Como van las cosas, se confirma un nuevo hito exportador hasta fines del 2022, superando su máximo nivel de casi 13.000 millones de dólares del 2014. La preocupación va por el lado de las importaciones, que se han acelerado de tal forma que hasta noviembre pasado marcaron ya otro récord superando los casi 11.000 millones del 2014, esto, por la alta propensión a importar, principalmente combustibles, insumos, bienes de capital y equipos de transporte, necesarios para producir bienes y servicios para el mercado interno y la exportación.
Volviendo a la buena noticia de las exportaciones, éstas fueron apuntaladas por el buen desempeño de los minerales que subieron 13% en valor y 16% en volumen, sumando 6.074 millones de dólares, un 48% del valor total. Pero, si hay algo digno de destacar, como la segunda fuente de ingreso de divisas para el país, son las Exportaciones No Tradicionales (ENT) que superaron la venta de hidrocarburos.
En efecto, las Exportaciones No Tradicionales, con 3.628 millones de dólares y 4,8 millones de toneladas vendidas hasta noviembre pasado, lograron ya su máximo nivel histórico, creciendo 46% en valor y 35% en volumen, producto del enorme esfuerzo de inversión, producción e industrialización, casi todo por la iniciativa privada, brillando con luz propia la soya y derivados con un récord de 2.094 millones de dólares y casi 3,4 millones de toneladas; seguida de la castaña con 189 millones y, la gran revelación de los últimos años, la carne bovina y derivados, con otro hito en el 2022 de nada más y nada menos que 169 millones de dólares.
El lograr nuevos récords por exportación e importación nos debería alentar y alertar -como país- para creer que con el comercio exterior como instrumento para el desarrollo, “otra Bolivia es posible”: Un país de productores y exportadores, por una parte; y, por otra, de productores e industriales que sustituyan miles de bienes de importación que traemos desde el exterior.
Empezamos el 2023 con la esperanza de que Bolivia crezca más con las exportaciones como punta de lanza, para lo cual un trabajo sinérgico público-privado es inexcusable para que no haya restricciones a la libre exportación y se aliente a sectores de rápida reacción como el agropecuario/agroindustrial y forestal/maderero, a que inviertan más. Por el lado de las importaciones, es de esperar acciones público-privadas para sustituir competitivamente productos clave como el diésel y la gasolina, los dos principales bienes de importación cuya compra podría bajar sustancialmente, siempre y cuando el sector privado ingrese a producir biodiésel como ya lo hace con el bioetanol (bueno sería que YPFB compre mayores volúmenes para ahorrar divisas).
En momentos en que lo que más precisa el país es exportar más para apuntalar las Reservas Internacionales Netas del Banco Central de Bolivia, merece un especial destaque la exitosa exportación de carne bovina que en 2005 era de apenas 2 millones de dólares por 1.000 toneladas pero que desde 2019 ha tenido el doble mérito de un crecimiento exportador exponencial sin descuidar el mercado interno.
A noviembre del 2022, la exportación de carne bovina por casi 116 millones de dólares y poco más de 18.000 toneladas, sumada a los despojos comestibles (vísceras) y carne industrializada (hamburguesas) por casi 54 millones y cerca de 10.500 toneladas, pasó a ser el tercer rubro más importante de las ventas no tradicionales, algo que no puede ni debe pasar desapercibido.
La exitosa exportación de la “Bolivian Natural Beef” es un gran ejemplo de lo que un trabajo público-privado puede lograr para invertir más y producir para el mercado interno, exportar excedentes, generar impuestos, divisas y empleos. De darse las condiciones necesarias el sector podría exportar más de 500 millones de dólares al momento que el país esté festejando su Bicentenario en 2025.
El sueño del ex Presidente de FEGASACRUZ, Ing. Alejandro Díaz Salek, era que las exportaciones de la cadena productiva ganadera/agroindustrial llegara a 250 millones de dólares. Para alegría del país, su sueño va camino a hacerse realidad, ya que a noviembre del 2022 la exportación de carne de bovinos y derivados, cueros y leche sumaba ya 228 millones.
En cuanto a su otro sueño, de que haya incentivos para que el sector privado produzca biodiésel a partir de las grasas animales que sobran en los frigoríficos y los mercados, y que se industrialice los huesos para hacer fertilizantes y colágeno, el gobierno tiene la palabra…